Publicado

2012-05-01

CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO

Palabras clave:

El Valle, Sapzurro, conocimiento ecológico local, pescadores, áreas protegidas (es)

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Autores/as

  • SANDRA LILIANA CORREA Universidad de Antioquia
  • SANDRA TURBAY Universidad de Antioquia
  • MADELENE VÉLEZ Universidad de Antioquia
Los habitantes de las poblaciones costeras colombianas, la de El Valle, en el Pacífico, y la de Sapzurro, en el Darién (Caribe), poseen un conocimiento ecológico sobre los ecosistemas marinos y costeros que resulta de su relación permanente con el mar, a través de la pesca y la navegación. El mar constituye una fuente de alimentos y de recursos económicos, pero también es el ámbito donde se forja la personalidad masculina. El conocimiento preciso de los manglares, los corales, los arrecifes rocosos, las playas y los caladeros de pesca se ha visto enriquecido a través del diálogo entre los habitantes locales e investigadores en el campo de la biología de la conservación. Sin embargo, aún existen tensiones con dichos investigadores y con las autoridades ambientales. El artículo sugiere que el estudio del conocimiento ecológico local puede ser un punto de partida para sostener un diálogo más horizontal entre las autoridades ambientales, los investigadores y las poblaciones cuya subsistencia depende de la pesca.

Conocimiento ecológico local sobre ecosistemas marinos en dos comunidades costeras: El Valle y Sapzurro

Local ecological knowledge related with marine ecosystems in two coastal communities: El Valle and Sapzurro

Sandra Liliana Correa1 Sandra Turbay2 Madelene Vélez3 

1. candidata al Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia, investigadora del grupo Medio Ambiente y Sociedad de la Universidad de Antioquia.

2. Doctora en Ciencias Sociales (Antropología social y etnología), profesora de la Universidad de Antioquia e investigadora del Grupo Medio Ambiente y Sociedad de la misma institución. sturbay@quimbaya.udea.edu.co

3. especialista en educación ambiental, investigadora del Grupo Medio Ambiente y Sociedad de la Universidad de Antioquia. 

Recibido para evaluación: 30 de Septiembre de 2011 Aceptación: 25 de Junio de 2012 Recibido versión final: 25 de Julio de 2011 


RESUMEN 

Los habitantes de las poblaciones costeras colombianas, la de El Valle, en el Pacífico, y la de Sapzurro, en el Darién (Caribe), poseen un conocimiento ecológico sobre los ecosistemas marinos y costeros que resulta de su relación permanente con el mar, a través de la pesca y la navegación. El mar constituye una fuente de alimentos y de recursos económicos, pero también es el ámbito donde se forja la personalidad masculina. El conocimiento preciso de los manglares, los corales, los arrecifes rocosos, las playas y los caladeros de pesca se ha visto enriquecido a través del diálogo entre los habitantes locales e investigadores en el campo de la biología de la conservación. Sin embargo, aún existen tensiones con dichos investigadores y con las autoridades ambientales. El artículo sugiere que el estudio del conocimiento ecológico local puede ser un punto de partida para sostener un diálogo más horizontal entre las autoridades ambientales, los investigadores y las poblaciones cuya subsistencia depende de la pesca. 

Palabras claves: El Valle, Sapzurro, conocimiento ecológico local, pescadores, áreas protegidas. 


ABSTRACT 

The inhabitants of the Colombian coastal populations of El Valle, in the Pacific, and Sapzurro, in the Caribbean Darien, have ecological knowledge about coastal ecosystems that is a result of their constant relation with the sea, through fishing and navigation. The sea is a source of food and economical resources, but it is also the sphere where the male personality is forged. The accurate knowledge about mangrove, coral, coral reef, beaches and fishing grounds has been enriched through the dialog between local inhabitants and researchers in the conservation biology field. However, the tensions with researchers and environmental authorities still exist. The paper suggests that local ecological knowledge studies could be a starting point for maintaining a more horizontal dialogue between environmentalist and the populations with livelihoods derived of fishing. 

Key words: El Valle, Sapzurro, local ecological knowledge, fisherman, protected areas. 


1. INTRODUCCIÓN 

En este trabajo nos proponemos explorar el conocimiento ecológico sobre los ecosistemas marinos en dos comunidades colombianas situadas en áreas de interés desde el punto de vista de la conservación. El primer caso es el del corregimiento de El Valle, en el municipio de Bahía Solano, en la costa pacífica, que limita con el Parque Nacional Natural Utría. El segundo caso es el del corregimiento de Sapzurro, en el municipio de Acandí, en la costa Caribe colombiana, que pertenece al Área de Manejo Especial del Darién. 

Durante los últimos años se ha tomado conciencia de la necesidad de estudiar el conocimiento ecológico que tienen las comunidades locales, para comprender las ideas, creencias y valores que respaldan modos específicos de intervención sobre la naturaleza. Si bien, desde la primera mitad del siglo XX, se desarrollaron corrientes teóricas como la ecología cultural y campos como el de las llamadas etnociencias, es sólo en años recientes que los académicos y los planificadores reconocen la importancia de establecer un diálogo de saberes que contribuya al diseño de políticas y programas de protección y al manejo de los recursos naturales que, a su vez, potencien las capacidades locales y gocen de legitimidad entre los pobladores. 

Son relativamente comunes los estudios sobre conocimientos tradicionales en torno a la fauna y la flora, aunque también hay otros más específicos que se orientan a explorar el saber popular sobre los suelos, las aguas o el clima. Estos conocimientos no pueden replicar las disciplinas científicas occidentales pues en las comunidades rurales el saber no está dividido en compartimentos. En ese saber popular aparecen observaciones metódicas de las especies y los fenómenos naturales, imbricadas con creencias y prácticas mágicas y religiosas. Más que taxonomías homogéneas de plantas o de animales, muchos grupos indígenas tienen cosmologías que mezclan categorías heterogéneas: colores, direcciones geográficas, especies naturales, etc., en un único esquema, sin que por ello esté desprovisto de una lógica rigurosa. 

A pesar de la larga tradición de la llamada etnociencia, son escasas las investigaciones que adoptan una perspectiva holística, es decir que estudian el conocimiento local sobre las relaciones complejas entre los seres vivos y su medio natural. Un enfoque propiamente ecológico en los estudios etnográficos es mucho más complejo y aporta información confiable para emprender el diálogo de saberes al que nos hemos referido. El manejo de las pesquerías, por ejemplo, depende cada vez más del conocimiento sobre las interacciones ecosistémicas y las cadenas tróficas y no del estudio de poblaciones específicas (Dhoray y Teelucksingh, 2007, Díaz-Uribe et al., 2007). En términos generales, el llamado conocimiento ecológico tradicional corresponde a lo que en la investigación ecológica son los estudios sobre poblaciones, taxonomías y relaciones ecológicas (Drew, 2005), pero va mucho más allá por su carácter integral y puede constituir una verdadera cosmología. 

2. METODOLOGÍA 

El estudio en el corregimiento de El Valle se hizo entre los meses de marzo y mayo de 2008, a través de entrevistas en profundidad a 45 pescadores artesanales que tenían permiso para pescar en el Parque Nacional Natural Utría (PNNU). Adicionalmente, se realizaron ocho mapas ecológicos y sociales, un mapa del pueblo de El Valle, tres recorridos ecológicos en las zonas de El Almejal, El Tigre y el PNNU, archivos fotográficos y así mismo reuniones con los funcionarios del PNNU y con los Consejos Comunitarios de El Cedro y Los Riscales; también se hicieron talleres con los pescadores de línea de mano en la Ensenada de Utría (Vélez, 2009)1. La investigación hizo parte del macroproyecto Lineamientos para el manejo de los recursos marinos y costeros del Parque Nacional Natural Utría que involucró a un equipo de investigadores de distintas disciplinas (UAESPNN, Universidad de Antioquia, Fondo de Patrimonio Natural, 2010). 

1. El Parque estaba interesado en diseñar lineamientos para el manejo de los recursos marinos y costeros y lograr acuerdos con los pescadores para garantizar los objetivos de conservación del área protegida. 

La investigación en el corregimiento de Sapzurro se hizo durante 47 días, repartidos en los meses de mayo, agosto y septiembre de 2008 (Correa, 2009). Se utilizaron herramientas metodológicas como la observación, entrevistas en profundidad, recorridos por zonas marinas y costeras, así como la asistencia y participación en las reuniones del grupo del adulto mayor, y la realización de actividades con un grupo de 10 niños voluntarios no mayores de 14 años. La investigación hizo parte del proyecto Memorias del Agua. El patrimonio intangible ancestral sobre los ecosistemas acuáticos como estrategia de reconocimiento cultural, gestión ambiental y desarrollo local de las comunidades afrocolombianas del Chocó Biogeográfico, zona norte, Departamento del Chocó, que busca generar la creación de un banco de memoria relacionado con los nexos de estas comunidades con el agua. 

3. CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL EN COMUNIDADES PESQUERAS: PRECISIONES CONCEPTUALES 

Cuando se habla de “Conocimiento Ecológico Local” se hace referencia al conocimiento de un grupo humano particular sobre los ecosistemas que habitan (Olsson y Folke, 2001); en este conocimiento también se incluyen creencias y prácticas sobre los seres vivos y su relación con el ambiente. Sin embargo, no implica una conexión histórica con tales ecosistemas (Robertson y McGee, 2003). Se trata de un saber cambiante, dinámico, en continuo proceso de enriquecimiento ya sea por observación, por experimentación o por contacto con otras personas y lugares. Su flexibilidad es esencial para la supervivencia de los pescadores pues debe ajustarse a realidades ecológicas y sociales cambiantes. Los pescadores deben tener un conocimiento detallado del medio marítimo para que su actividad económica sea exitosa. Ese saber puede estar distribuido en forma heterogénea y variar de acuerdo a la edad del pescador, a su experiencia, al tipo de pesca que practique y a las artes de pesca de las que disponga. Se trata de un saber ligado estrechamente a las condiciones geográficas particulares del lugar donde él practica la pesca. 

Aunque los pescadores no tienen los mismos objetivos de los científicos, ha llamado la atención la consistencia de este saber popular con los datos biológicos, hasta el punto que los mapas sobre hábitats esenciales para especies comerciales hechos por los mismos pescadores coinciden con los que hacen investigadores, con equipos más sofisticados: caladeros, sitios de desove y alimentación y abrigo de predadores (Bergman, 2004). 

El conocimiento ecológico de las comunidades no es necesariamente conservacionista aunque a veces pone límite al aprovechamiento de los recursos naturales por otras razones (Drew, 2005), entre ellas, los tabúes alimenticios que pueden estimular la sobrepoblación de una especie, las creencias mágicas que pueden impedir el acceso a ciertas áreas, las festividades religiosas que pueden limitar el ejercicio de la pesca en ciertas épocas del año, y la combinación de la pesca con la agricultura o con el turismo, que disminuye o aumenta la intensidad del esfuerzo pesquero durante algunos períodos. 

Muchos investigadores se esfuerzan por integrar mejor el conocimiento ecológico local en los planes de manejo y en la ciencia de las pesquerías, y destacan su carácter de recurso estratégico (Collins, 2007). En Chile, donde la pesca tiene una gran importancia en la economía nacional, los pescadores trabajan con biólogos marinos para hacer avalúos de los stocks y diseñar planes anuales de captura, mientras la Secretaría de Pesquerías analiza los documentos y da las autorizaciones. Este manejo tripartito reduce los costos administrativos para el Estado, permite un mayor cumplimiento de las regulaciones y hace que los datos tengan más credibilidad entre los usuarios, pues ellos mismos han contribuido a generarlos (Schuman, 2007). 

Al sintetizar conocimientos, creencias y prácticas, el conocimiento ecológico local actúa como un sistema experto que ayuda a los individuos a tomar decisiones y a resolver problemas a partir de la información archivada en su memoria (Grant y Berkes, 2007). Como en todo proceso cognitivo, se usan mecanismos como identificar, nombrar, codificar, archivar, recuperar, actualizar, compartir, distribuir, aplicar y transformar el mismo conocimiento (Drew, 2005). 

Los pescadores establecen reglas, hechos, casos generales y excepciones (Grant y Berkes, 2007). Ellos saben cuáles peces predominan en cada estación del año, cómo es su comportamiento, cómo se da la migración entre el agua dulce y el mar, y cuáles son sus preferencias alimenticias. Los pescadores conocen la biología de las especies de interés alimenticio o comercial; observan los cambios en las especies capturadas, en la abundancia y en las tallas; suelen recordar con precisión dónde pescaron, cuándo y qué capturaron y correlacionan las capturas con el tipo de fondos marinos (Bergman, 2004; Grant y Berkes, 2007). Este conocimiento crea entre los pescadores un patrón compartido de toma de decisiones. 

Los pescadores observan las nubes y el color del mar, analizan la visibilidad, la dirección y la fuerza de las corrientes marinas y de los vientos, identifican el tipo de aves que sobrevuelan el mar, el contenido estomacal de los peces, observan las especies traídas por otros cuando llegan al puerto y así, allegando datos de diferentes fuentes sacan conclusiones sobre si es conveniente salir o no a pescar, qué tipo de carnada y de línea de mano llevar, cuál será la especie objetivo, a dónde dirigirse, etc., como lo han mostrado Grant y Berkes (2007), quienes hablan incluso de la existencia de una verdadera oceanografía popular. El conocimiento ecológico local se transforma permanentemente por cambios en el ambiente, en la tecnología y en la cultura. No se aprende únicamente de los padres, sino de los demás tripulantes de la embarcación pesquera con quienes se comparten valores y un fuerte sentido de identidad (Grant y Berkes, 2007). 

En la actualidad, el conocimiento ecológico de los pescadores es cada vez más apreciado por los investigadores, pues localiza saber específico, suple vacíos de la información científica, permite plantear hipótesis para futuras pesquisas, incrementa conocimiento sobre lazos ecológicos y contribuye a la construcción de capacidad local (Drew, 2005). Los planes de manejo ambiental ganan legitimidad y son más efectivos a largo plazo cuando tienen apoyo de las poblaciones locales, cuando son entendidas las razones que fundamentan las restricciones en el acceso a los recursos y cuando los mismos pescadores han participado en la toma de decisiones, pues en estos casos adquieren un compromiso moral que se convierte en un obstáculo para violar las normas. 

En un estudio realizado en la reserva marina de Galápagos, Viter y Chávez (2007) indagaron por los factores que afectaban las decisiones individuales para obedecer las normas y encontraron que si bien eran relevantes variables como la posibilidad de ser visto, la magnitud de la multa y la capacidad de almacenamiento de pescado, tenían mayor peso otras variables como la legitimidad de las normas, el liderazgo, la representatividad y la participación en las organizaciones locales. Esto permite suponer que una mayor apertura por parte de los científicos y los funcionarios públicos al conocimiento ecológico local reduce los conflictos entre los actores, especialmente cuando se trata de áreas protegidas que son al mismo tiempo esenciales para la seguridad alimentaria de las comunidades. 

Si las autoridades ambientales adoptan un enfoque ecológico y la planeación de abajo hacia arriba, encontrarán algunos obstáculos como lo demuestran Evans y Klinger (2008) a partir de una experiencia con pescadores en Washington. Los costos de la planificación serán mayores, se requerirá más información, tendrán que considerar muchas especies, hábitats y sectores y deberán confrontar muchos datos que están en distintas escalas, algunas inapropiadas para tomar decisiones de manejo. Las decisiones apoyadas en múltiples criterios son sofisticadas y la falta de datos hará difícil calificar la severidad de las amenazas y priorizar estrategias. De otro lado, una mayor participación social seguramente los obligará a incluir objetivos sociales en los planes de manejo y a multiplicar los encuentros cara a cara entre los actores para acercarse al conocimiento ecológico local y para asegurar una adecuada comprensión de la información técnica. Mientras más actores participen más puntos de vista habrá que conciliar. Aún así, el esfuerzo de planear desde una visión ecológica y con un enfoque participativo reduce los costos de implementación de los planes de manejo y contribuye a asegurar su éxito a largo plazo. 

El aumento del nivel del mar está provocando erosión de las playas, pérdida o disminución del tamaño de los predios costeros y reubicación de la infraestructura urbanística. Los cambios en la luminosidad y en la temperatura del agua afectan a los corales y cambian la dinámica de migración de los peces. Las variaciones climáticas extremas se hacen más frecuentes: sequías que acaban con los cultivos o precipitaciones intensas que provocan inundaciones y deslizamientos. Ante estos fenómenos la comunidad internacional está tomando medidas de mitigación, pero cada vez se impone más un enfoque basado en la adaptación cultural y ecológica. Las medidas de mitigación tienen un carácter global, mientras que las de adaptación se toman localmente y es allí donde el conocimiento ecológico de los pobladores adquiere mayor relevancia. Son los pobladores quienes tendrán que tomar e implementar medidas para adaptarse a los cambios. Esas medidas afectan las normas de planeación urbana, el ordenamiento territorial, el manejo del agua, el tipo de especies que se cultivan, la configuración de las instituciones públicas, entre muchos otros factores. 

4. RESULTADOS 

4.1 Corregimiento de El Valle 

En el corregimiento de El Valle del municipio de Bahía Solano, sobre la costa pacífica colombiana, registramos 109 pescadores en el año 2008. El 88% de ellos era menor de 49 años, el 62% vivía en unión libre, el 11% estaba casado, el 27% era soltero y el 75% tenía hijos estudiando. Aunque la pesca era su actividad económica principal, el 74% la alternaba con otras actividades productivas (UAESPNN, Fondo de Patrimonio Ambiental y Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia, 2010). 

La diversidad ecológica del Pacífico favorece una economía poliactiva que se refleja en el aprovechamiento que hacen los habitantes de este corregimiento del río Valle, del mar, las playas con sus morros, los manglares, los corales, el monte o la selva y los esteros (Vélez, 2009: 55). El territorio de estas familias está protegido bajo la figura legal de territorio de comunidad negra, pero los pescadores aprovechan también recursos que se encuentran dentro del Parque Nacional Natural Utría2, el cual tiene, además del área continental, un área marina importante para los habitantes locales por su riqueza íctica. 

4.1.1 Espacios de uso 

Playas. La zona de las playas incluye terrenos de hoteles, viviendas, cultivos y formaciones rocosas. En las playas se capturan cangrejos, almejas y conchas, se recoge arena y piedra, útiles para la construcción de vivienda; se consigue leña y se recolecta hojarasca para nutrir y hacer las “zoteas” o cultivos elevados que se encuentran en los patios de las casas. Además, allí se cultiva yuca, achín, plátano y frutales. La palma se aprovecha para hacer muebles y artesanías o para consumir la leche y el aceite del coco. Las playas son un espacio de socialización y de diversión son lugares seguros ocupados especialmente por mujeres que van a recolectar moluscos o de niños que van a jugar fútbol. En las playas están las cabañas que prestan su servicio a los turistas, pero también algunas son depósito de las basuras de las casas y de los residuos que dejan los pescadores cuando arreglan el pescado. 

El mar. Para los pescadores de El Valle, el mar es vital porque les permite pescar, comercializar sus productos con otras localidades del Pacífico y transportarse a centros urbanos como Buenaventura. La pesca es una opción económica más rentable que la agricultura porque en una buena faena se puede capturar 100 o 300 libras de pescado que significan un ingreso monetario inmediato. El mar también es referente obligado en la construcción de la identidad cultural y de género: los jóvenes se hacen hombres al enfrentarse al mar y adquieren dignidad y reconocimiento cuando se convierten en pescadores. Las aventuras en el mar son el motivo de muchos comentarios y chistes que fortalecen vínculos de amistad y de parentesco. Sin embargo, el mar es peligroso y traicionero y merece respeto; es concebido como “un hombre de cuidado”, ante el cual hay que ceder porque se está en territorio ajeno. 

Mar adentro. Para los pobladores, el mar es una “categoría espacial amplia que abarca el “mar afuera” y las áreas cercanas a la playa como la “resaca” y el borde que se denomina “la comba”” (Camacho y Tapia, 1997: 20). El mar adentro connota peligros, especies grandes, largas faenas en lancha de fibra y motor y trabajo en grupo. Es el escenario de hazañas memorables, pero también es temido por muchos porque allí uno está sujeto a múltiples accidentes difíciles de prevenir y de manejar. Es un espacio masculino, un lugar para verdaderos hombres y se recomienda no ir sólo por el peligro que representan los vientos, las olas o los mismos instrumentos de pesca con los cuales el pescador se puede chuzar. También son peligrosas las fieras que atacan a las personas como el cachalote, la orca y la raya. Está también el temor de encontrarse con visiones o encantos como las sirenas, mujeres hermosas que atraen a los hombres con su canto y los llevan a otro mundo de donde no regresan. Existe el peligro de toparse con un espíritu conocido como riviel que se manifiesta en la noche como una luz y hunde las embarcaciones (Cocomá, 1999: 36), o con las brujas que se encuentran en los manglares. No se aconseja ir de pesca o al monte si en la noche anterior se tuvo una relación sexual porque se sala la pesca, el pescador pierde su fuerza y en caso de picadura de culebra, se dificulta la cura. 

2. Los pescadores artesanales gozan de un permiso especial para ejercer su labor en ciertas áreas del parque como la Ensenada de Utría. 

Morros. También distinguen los morros o longos, “que son formaciones rocosas que, en su mayoría, se encuentran a lo largo de la playa y donde abundan mariscos y moluscos que son comida de “lujo” pues su recolección requiere una gran inversión de trabajo y tiempo” (Camacho y Tapia, 1997: 20). Esta es una actividad de mujeres o niños que capturan canchunchos, ollitas (Fissurella virescens y Siphorania gigas), ostras (Ostrea iridescens), cangrejos, bobo (Polydactylus opercularis) y chopa (Kyphosus analogus), entre otras especies. En morros como El Respingue se obtiene la carnada con atarraya y allí pescan aquellos que apenas buscan la comida para el consumo doméstico, quienes no tienen tiempo para ir más lejos, están enfermos o no les gusta meterse mar adentro a pescar. 

Los morros de la Ensenada de Utría son sitios de pesca preferidos por los hombres de El Valle por su riqueza en recursos hidrobiológicos. También está el morro de la Bocana o el morro de El Valle, donde se une el río Valle con el océano. El lugar se cubre de agua al subir la marea y cuando ella baja, queda expuesto para ser usado como sitio de pesca para mujeres, hombres y niños que además se divierten porque allí pueden nadar y jugar. Este sitio es importante a nivel cultural, económico y ambiental y es empleado como icono en las representaciones materiales de la zona. Los morros de la Playa del Tigre se convierten en caladeros de mero (Epinephelus labriformis) y burique (Caranx caballus) y son visitados también cuando escasea la pesca cerca de El Valle. Además, esta playa tiene cuevas y cascadas que la hacen un sitio de interés turístico. 

Sitios de pesca. Los sitios de pesca visitados por la mayoría de los pescadores se ubican en la zona de El Valle y sus alrededores. Las bocas de los ríos, las montañas y las rocas de las playas les sirven de orientación cuando están en el mar y también se constituyen en límites de aprovechamiento con respecto a otras comunidades de pescadores. En efecto, los pescadores de El Valle no van más al sur del Parque, pues tendrían conflictos con los pescadores de Nuquí, que llegan hasta Morro Mico. 

Para los pescadores, los caladeros más importantes son la Ensenada de Utría, Juná, Chadó y el mismo Valle. Otros sitios de pesca son la Playa del Almejal, la Playa de La Cuevita y San Pichín. Dentro de la Ensenada de Utría, pescan en sitios conocidos como San Pichín, Playa Blanca, Punta Diego, El Charco de la Ballena, Terronco Dorado, Punta del Faro, El Riscal y Punta Esperanza. Los pescadores opinan que cada uno de estos sitios es una alternativa productiva cuando escasea el recurso en El Valle. 

Los lugares anteriormente mencionados son hitos geográficos y referentes para aquellos que trabajan, indagan y centran su vida y la de sus familias en la pesca. Por otro lado, están los hileros o redes de palos que se forman mar adentro, donde se cruzan varias corrientes. Ellos sirven de refugio a los peces, algunos de los cuales se crían allí, como el bravo, que solamente se acerca a la orilla y a los riscales en busca de comida. 

Manglares. Los manglares se concentran en la Ensenada de Utría, a varias horas a remo de El Valle. Por eso solamente son frecuentados por los hombres y no por las mujeres y los niños como ocurre en otras localidades del Pacífico. La distancia también explica que los habitantes de El Valle no usen el mangle para las construcciones o como combustible para cocinar. Por lo demás, los pescadores distinguen las siete especies de mangle que hay en Utría y son conscientes de los servicios ambientales que prestan los manglares, especialmente por ser lugares de desove de los peces, hábitat de fauna silvestre, espacio para la recolección de moluscos, sitios de interés turístico y caladeros privilegiados para la pesca. Cuando los hombres de El Valle van de pesca a Utría aprovechan para capturar en los manglares cantidades pequeñas de cangrejos tasqueros, caracoles, jaibas, pianguas y bivalvos (UAESPNN, Fondo de Patrimonio Ambiental y Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia, 2010: 89). Las actividades en el manglar dependen del ritmo de las mareas y éstas de los ciclos de la luna. Los pescadores dicen que hay marea de puja o que el agua está en puja cuando hay luna nueva y que la marea está en quiebra cuando hay luna menguante. Cada ocho días se pasa de una marea de puja a una marea de quiebra, aunque los cambios en la luna se producen cada quince días. Se cree que los rayos de la luna hacen podrir el pescado. Los pescadores siguen con cuidado los cambios en las mareas pues ellas inciden en el volumen de la pesca. 

Corales. Los pescadores hablan de corales y de riscales para referirse a distintas especies de corales. Según ellos, los riscales son como piedras sobre las cuales crecen unas “maticas” y parecen árboles de navidad donde viven peces como el pargo y la aguja cañonera. Los corales se describen como unas matas con muchas ramas que parecen de yeso y en cuyos huecos crecen tortugas, caracoles, cangrejos y camarones que sirven de alimento a los peces, especialmente de la aguja. Dicen que las ballenas llegan hasta los corales para aparearse. Aunque está prohibido, algunos capturan cambutes, ostras, caracoles y hachas cuando la marea deja al descubierto los corales. Otros pescan con nylon y anzuelo al lado de los corales porque saben que allí llegan los peces grandes a comerse a los pequeños. Muchos son conscientes de las amenazas a los corales: el ruido, el uso de redes de pesca, la venta de fragmentos a los turistas y los sedimentos de quebradas de agua dulce. Se cree que los cambios en las mareas afectan la coloración de los corales y pueden ocasionar su muerte. Dicen que las fieras también se acercan a los corales para alimentarse. Los corales son considerados como despensa, refugio, hogar, adorno y representan abundancia y hermosura, entre otros valores. 

4.1.2 Percepción del estado de las poblaciones ícticas 

Las personas entrevistadas consideran que si se acabaran realmente los recursos marinos de la comunidad de El Valle, la vida sería más difícil y costosa, que comerían “vacío” y que las generaciones futuras no tendrían la posibilidad de conocer las riquezas del mar. Además son conscientes de las ventajas que tiene la pesca sobre la agricultura y el trabajo asalariado en términos económicos y de manejo independiente del tiempo. Creen que, en la actualidad, algunas especies todavía son abundantes, como el jurel (Caranx canninus), el atún de carnadas (clarita y agallota), el pargo (Hoplopagrus guentherii) y el espejuelo (Selene peruviana), en razón del número de crías o porque “tienen sentidos” y logran comunicar el peligro a otros individuos de su especie. En cambio, otras han disminuido sus poblaciones como el burique (Caranx caballus), la albacora (Thunnus albacares), el mero (Epinephelus labriformis), el pejegallo (Nematistius pectoralis), el róbalo (Centropomus nigrescens ), el bravo (Seriola rivoliana), el sábalo real, la chopa (Kyphosus elegans) y la sierra guajú (Acanthocybium solandri), por el uso de mallas y motores, por el aumento de habitantes en El Valle y por los barcos pesqueros que se acercan a la orilla. 

Una de las explicaciones que se da localmente sobre la escasez de recursos, es precisamente que los peces no vuelven por un tiempo por lugares que representen peligros y donde fueron atacados o perdieron a gran parte de sus compañeros. Mencionan que si un pez logra salvarse de una red de arrastre no volverá durante largo tiempo al lugar del suceso. 

Los pescadores no consideran que los recursos lleguen a extinguirse algún día aunque reconocen que algunas poblaciones han disminuido. Consideran que los peces sólo se retiran del área de El Valle, y no se preocupan, porque tienen la opción de pescar en otros lugares. Además hablan de una cantidad grandísima de pescados en el mar, mostrando que lo toman como una gran despensa que nunca les fallará. No obstante, los conceptos de disminución de las especies y de conservación sí se han ido incorporando por los conocimientos adquiridos a través de la educación y las intervenciones de algunas entidades en esta comunidad del Pacífico colombiano. 

Las entrevistas a 45 pescadores arrojaron posiciones divergentes en cuanto al control de la pesca que se ejerce en la Ensenada de Utría, que está dentro del Parque. En general, se observa un reclamo por un mayor ejercicio de la autoridad por parte de los funcionarios del Parque Nacional Natural Utría. Propusieron medidas para evitar la disminución de las poblaciones de peces como decomisar mallas, cobrar multas, establecer límites a los lugares donde se puede pescar y a las artes empleadas, controlar el uso del trasmallo en las bocanas, vigilar que los barcos industriales y las lanchas de fibra de vidrio equipadas con motor no se acerquen a las orillas, pescar lo necesario para subsistir y un poco más para comercializar, devolver los peces de tallas pequeñas al mar, concientizar a la comunidad sobre la importancia de estas medidas y judicializar a quien infrinja las reglas. 

Existe consenso en torno a la necesidad de prohibir el uso de mallas. Consideran que la línea de mano y el espinel son artes de pesca que no tienen una influencia tan grande en el ecosistema, como si las tienen las mallas, ya que son métodos de pesca selectivos y los animales capturados son de mejor calidad. Por eso un gran grupo de pescadores de El Valle defiende con gran ímpetu las artes tradicionales. 

4.1.3 Tradiciones culturales 

En cuanto a las tradiciones, se conoce que al salir de faena, los pescadores se encomiendan a Dios, a la Virgen María y al Santo Ecce Homo, al cual el pueblo de El Valle le tiene gran devoción. Estas medidas les ayudan a tener una mejor pesca y los protegen de los peligros del mar, entre los cuales se encuentran los encantos o visiones como las sirenas que suelen encontrarse mar adentro o en puntas rocosas, donde hay mucho pescado; el riviel, una embarcación iluminada que se divisa en la noche como si estuviera más cerca de lo que en realidad está o la mula de cuaresma, que en realidad es una mujer que andaba con un cura y que ahora aparece como un animal que arrastra unas cadenas. 

Entre otras prácticas culturales los pescadores acostumbran aplicar en el ombligo del recién nacido alguna sustancia de origen animal o vegetal para que el menor crezca con las cualidades de la especie escogida. Se cree que la persona que fue ombligada, no puede consumir por ningún motivo el animal o la planta con que se le realizó esta práctica simbólica, ya que el efecto se contrarresta y pierde las cualidades antes transmitidas. Los pescadores comentan que algunos ombligan con la anguilla para que la persona se ponga “resbalosa” durante las peleas para que no lo puedan agarrar; otros, con la uña de la tortuga para que sea buen nadador, con polvo de aletas de tiburón para que tenga fuerza y ánimo de meterse mar adentro, o con raspadura de espinas de pescado para que goce de suerte en la pesca. 

De otro lado, son pocos los animales marinos que se utilizan para hacer brujería. El hígado del tamborero o pez globo se seca al sol, se muele y se le adiciona a la comida de la víctima, sumado al secreto (rezos); el estómago de la víctima se infla, al igual que lo hace el tamborero o pez globo cuando sube la marea. Dicen que este mal puede provocar la muerte. El pez sapo se usa con la misma finalidad y produce síntomas similares a la lepra. Algunos dijeron que se usaban la anguilla, la morena y el chuzo de la raya, el cual es considerado venenoso. 

4.1.4 Caracterización de las especies marinas 

Los nativos de la zona reconocen la mayoría de las especies con los nombres comunes de uso extendido en el Pacífico colombiano; sin embargo se observa que los pescadores dan otros nombres de acuerdo al color, al sonido que emite el animal, o a su forma. También reconocen las diversas especies por su comportamiento, al punto que saben si el animal que se acerca o están observando de lejos es “malo” o “bueno”, “bravo” o “bobo”. Dentro de un mismo taxón se distinguen géneros, especies y variedades. El pargo, por ejemplo, puede ser lunarejo o rojo y el atún puede ser aletiamarillo o patiseca. La ballena, la tintorera y el cachalote se reconocen por los sonidos que producen. El nivel de inteligencia es usado comúnmente para clasificar las especies animales; la ballena jorobada y el delfín se consideran los más inteligentes, si se comparan con otros peces pequeños y abundantes como la viuda. 

Los pescadores suelen hablar de fieras para referirse a las especies que representan un grave peligro para los humanos. Estos animales se consideran inteligentes, traicioneros, audaces y calculadores. Entre ellos están el cachalote, la tintorera o tigrón, el golfín, el pez martillo o cachuda, los tiburones o toyos, las ballenas orcas, la manta, la morena y la raya, por el chuzo venenoso que posee. También se destacan las especies venenosas, las cuales representan un peligro grande si no se es atendido a tiempo y correctamente. Son causantes de grandes dolores, infecciones y hasta la muerte; y para su cura, emplean medicinas, gasolina, pólvora y orina. 

La mayoría de los pescadores afirma que los peces piensan, tienen sentimientos y son inteligentes como cualquier ser humano. Creen que ellos se comunican entre sí y entienden algunas señales dadas por los humanos como palmadas, sonidos y silbidos. Algunos afirman que ellos entienden cuando las personas les hablan, al punto de hacer tratos con ellos o cantarles para que bollen (salgan) rápido cuando están sujetos en el anzuelo. Además, consideran que poseen sentido de orientación y no pasan por un gran tiempo por lugares en donde alguna vez fueron atacados. Los peces son inteligentes porque huyen de los anzuelos o no los pican, los ven y se arriman, pero no los cogen, dicen varios de los pescadores. Se cree que existen especies que cuidan el mar y salvan a los humanos, como los delfines o “cochinitos” que alejan las fieras o se enfrentan a ellas. 

En la taxonomía popular de los animales del mar priman asociaciones con propiedades mágicas, uso, valores estéticos, religiosos, sociales o económicos, nivel de inteligencia del animal, comportamiento, grado de peligrosidad, entre otros. Asignan nombres a especies desconocidas a partir de su color, forma, sonido, olor, hábitat y uso. Sin embargo, también dan nombres en donde se usa completamente la fantasía a partir de nombres cómicos, canciones, analogías con partes del cuerpo de la mujer; como el pez arroz con coco y muslo de mujer. 

4.1.5 Otros usos de los peces 

En las representaciones artísticas destinadas a los turistas, son frecuentes los delfines, las ballenas, el pez marlín, el pez vela, los tiburones y las tortugas, especies que inspiran orgullo, respeto o afecto. Estas figuras se tallan en tagua, coco y madera para hacer diversos utensilios. Además se usan caracoles y conchas de almejas para hacer grabados en las paredes y cortinas; las vértebras y las mandíbulas del tiburón se emplean para fabricar collares, aretes, lámparas y cortinas. La mandíbula de este animal también se usa como adorno en algunas casas. La concha de tortuga carey es empleada para hacer aretes y anillos. Ocasionalmente se capturan caballitos de mar para hacer collares y escamas de sábalo real o de pargo para hacer cortinas y lámparas. Las estrellas de mar se venden como adorno. Las conchas de las tortugas se secan y se venden. 

Las especies más empleadas como medicina son el toyo o tiburón y la tortuga, cuyo hígado se pica y se pone al sol para que con el calor suelte la grasa o aceite, que tiene bastante marisco esto es un olor y sabor muy fuerte a pescado. Ambos sirven para enfermedades de los pulmones. A los niños y a los ancianos que sufren descalcificación en los huesos, se les da columna de tiburón molida y mezclada con la comida. El aceite del mismo animal se recomienda para las dificultades respiratorias, debilidad y para quitar los dolores de las articulaciones. El aceite de tortuga y el de bacalao se emplean cuando aparecen enfermedades pulmonares. El corazón de la tortuga lo usan para la presión arterial. 

Se cree que el hígado de la raya evita el dolor a las parturientas. La baba del caracol se usa para tratar las várices o para que los niños caminen. Los cambutes, especies de caracoles grandes, sirven para dar fuerza cuando la persona esté cansada y se cree que es afrodisíaco. La concha de nácar es empleada con fines estéticos. Las mujeres embarazadas, los anémicos y las personas débiles deben comer atún, burique, sierra, jurel, albacora y peces de carne negra que contengan “mucho hierro”. Se consideran especialmente afrodisíacas las cabezas de los peces, ya que allí es donde están casi todas las vitaminas. La especie más empleada es la cabeza de bravo (Seriola rivoliana) y le sigue el mero (Epinephelus labriformis), el pargo (Hoplopagrus guentherii), el jurel (Caranx caninus) y el pampano (Caranx speciosus), el dorado o chumbila (Coryphaena hippurus), el guayaipo y la tortuga. Con menor frecuencia se emplea la cabeza de otras especies. 

Se encontró que la preparación del pescado no es exclusivamente femenina; los hombres y niños saben prepararlos muy bien. Los acompañan con tubérculos de los cultivos en las fincas o patios y los cocinan con los condimentos provenientes normalmente de la zotea, que poseen las mujeres en sus patios, como cilantro, cebolla, poleo que da sabor, albahaca, orégano, entre otros. 

Existen especies que no consumen, como las ballenas, los delfines, tamborero y anguilla. Cuando hay abundancia o cuando no hay buenas ventas, se da pescado a los animales domésticos como los cerdos y las gallinas. Las preparaciones del pescado son variadas; en ceviche, ahumado, con coco, salado, sancochado, frito, asoleado, tapado con plátano y asado. Usualmente se acompaña con arroz, plátano, papa, popocha, banano, pan, galleta, arepas y jugo de borojó. 

La tortuga es consumida y se considera muy buena; sin embargo es difícil de preparar, ya que hay que saber quitarle el marisco, es decir, la grasa que le da olor fuerte a pescado y que puede dañar la carne. Comen carey, galápagos y caguama. 

Algunos tabúes afectan a las mujeres después del parto y durante la lactancia y a las personas que poseen algún tipo de heridas. Se prohíben especialmente pescados de carne negra. Las mujeres que están en dieta posparto, no deben comer pescados con mucha sangre como el pargo, el jurel o el atún porque podrían sufrir de hemorragias. Tampoco deben comer pescados con dientes como la aguja o la sierra, hasta que el ombligo del niño sane; además, generan protuberancias en la vulva similar a los dientes del pez. Dicen que los peces dentados se pudren muy rápido y que por eso afectan a quienes tienen heridas abiertas. 

4.2. Corregimiento de Sapzurro 

Este corregimiento pertenece al municipio de Acandí, Chocó, y está ubicado en su zona norte (Vega, 2010). Cuenta con 23 hectáreas (Vega, 2010), 87 hogares (Sisbén 2002-2003, citado por Rosique et al., 2004: 4) y menos de quinientos residentes (Rosique et al., 2008: 320). Allí se hizo un trabajo basado en observación participante, en la realización de actividades con diez niños voluntarios, y en entrevistas a profundidad a personas de la comunidad, entre ellos algunos de los integrantes del grupo de adulto mayor que cuenta con 28 miembros. 

Esta localidad inmersa en el Darién Caribe colombiano está ubicada en un área única dada su posición geoestratégica, que sirve de puente entre Centro y Suramérica. Es un lugar de gran riqueza natural y cultural (Vega, 2010), en donde el bosque húmedo tropical linda directamente con la zona marítima (Urán et al., 2004), generando unas condiciones favorables en cuanto al paisaje y a la biodiversidad3. Sus habitantes nativos4 son afrocolombianos, descendientes de familias de Barú, San Onofre, San Antero, Cartagena, Tolú e Isla Fuerte, que se establecieron en estas tierras desde la segunda mitad del siglo XIX (Uribe, 1992)5. Ellos interactúan y comparten el territorio con residentes venidos de otras partes de la región, del país y con extranjeros. La convergencia de diferentes grupos humanos en este sitio, lleva a que coexistan diversas formas de vida, de apropiación y de uso del territorio (Vega, 2010). 

3. EVEE (2008) explica que allí se encuentran refugios pleistocénicos de selva húmeda cálida (EVEE, 2008).

4. Vega (2010) establece las categorías población nativa y foránea para describir los habitantes de esta localidad. La primera hace referencia a los afrocolombianos o afrodarienitas descendientes de las familias llegadas a Sapzurro desde la segunda mitad del siglo XIX. La segunda se divide en foránea residente, que son aquellas personas nacidas en otras partes del país y extranjeros que habitan permanentemente la zona; y foránea, que puede o no tener propiedades o fincas de descanso en la zona y que sólo van por temporadas vacacionales. Estos últimos establecen relaciones con los pobladores nativos ligadas al turismo y a la compra e intercambio de bienes y servicios, pero no de convivencia o compadrazgo.

5. Algunos de ellos aún conservan relaciones familiares y de amistad con indígenas de San Blas en Panamá. 

Sapzurro pertenece al Área de Manejo Especial del Darién, AME Darién, que es una zona para el manejo, administración y protección del ambiente y de los recursos naturales renovables. Así mismo, se encuentran iniciativas de conservación de grupos particulares bajo la figura de las Reservas Naturales de la Sociedad Civil (Vega, 2010). No obstante, los propietarios de dichas reservas hacen un uso privado de ellas sin interacción directa con los pobladores nativos (EVEE, 2008). 

El EVEE (2008) menciona como posibles fuentes de conflicto en la zona las relaciones de poder, las jerarquías, los mecanismos de toma de decisiones y de autoridad, elementos que son descritos como desarticulados, hecho que se refleja en las formas organizativas débiles. Los conflictos que genera la disputa por los recursos son dirimidos de manera subrepticia por medio del rumor y del chisme (EVEE, 2008), y desde el enfrentamiento a propuestas foráneas, especialmente a las relacionadas con lo ambiental (Correa, 2009). 

Los lugareños se muestran reacios a las iniciativas ambientales que son percibidas como maneras de ser y de hacer impuestas por otros en su propio territorio, y que en ocasiones, estuvieron asociadas a la discriminación, al desconocimiento de las costumbres, creencias y valores de los pobladores nativos. Los conflictos derivados de las dinámicas de territorialización y conservación en la zona generan divisiones entre foráneos y nativos. Vega (2010) describe las relaciones entre estos dos grupos como de apatía y desconfianza. 

Sin embargo, la presencia del turismo hace que en múltiples oportunidades los lugareños superen las diferencias con los residentes foráneos, y desde sus conocimientos busquen formas conjuntas de abordar problemas y potencialidades ambientales en su localidad. Esto tiene relación con el turismo ecológico o de naturaleza como motor de la economía del corregimiento, y con la disponibilidad de recursos relevantes para esta actividad y para la vida diaria, tal como el agua para el consumo humano. De esta manera, también se generan acciones conjuntas entre los diferentes grupos humanos que residen en este lugar con fines de conservación y limpieza. 

4.2.1 Espacios de uso 

Sapzurro está ubicado en una franja estrecha de tierra, rodeada por colinas y montañas. Por este motivo, las playas son usadas tanto como espacios para las viviendas y los negocios, como el lugar predilecto para la llegada, el tránsito y la salida. Allí el lugareño explora al otro, al turista, al foráneo; se le reconoce, se averigua para dónde va y cuánto tiempo se va a quedar. En la playa se observan sus costumbres y formas de manejo y de exposición del cuerpo, en especial durante el baño en el mar, momento en el que se curiosean los vestidos de baños de unos y la desnudez de otros. Esta es la zona elegida para las fiestas, las celebraciones y para el luto, pues en esta misma porción del territorio, aunque alejadas unas de otras, están ubicadas las dos discotecas y el cementerio. 

La erosión costera es un problema reconocido por los habitantes de la localidad, quienes señalan que estos espacios se reducen de manera dramática. Algunos reconocen sus causas y recuerdan que años atrás se sacaba material de playa para las construcciones. Hoy en día la extracción está prohibida, pues notaron que ese proceso se sumó a otros fenómenos y aceleró la entrada del mar. 

Entre tanto, la porción marítima del territorio de los sapzurreros es usada para el baño, la navegación y la pesca. El invierno, aunque trae algunas tormentas, permite disfrutar de un mar que es descrito como “una piscinita”, apacible y transparente. Dicha calma es llamada “bonanza” y los pobladores locales dicen que en ocasiones es anunciada por los delfines que entran a la bahía a primera hora de la mañana para avisar su llegada. En verano, la situación cambia, ya que el oleaje y las fuertes corrientes no permiten adentrarse mucho. En ese momento, el baño de lugareños y foráneos se hace en la orilla. Los adultos de la comunidad muy rara vez se meten al mar, pero antes se les veía en las tardes, sumergidos hasta las rodillas para lavarse y así evitar brujerías. Esta práctica se ha perdido completamente en las generaciones actuales. Los hombres jóvenes sólo realizan baños recreativos cortos en medio de charlas donde se empujan al agua desde el muelle, o bien para refrescarse durante una faena de pesca, mientras que las mujeres jóvenes y mayores son rara vez vistas en esa actividad. No sucede igual con los niños, quienes disfrutan constantemente de este espacio. 

Para los lugareños el mar también es un espacio en el que se desarrollan actividades recreativas y productivas, y a la vez es tomado como una entidad dotada de voluntad y descrito como “jodido”, que roba tierras (por la erosión) y que es de respeto. La navegación es una práctica íntimamente ligada a la pesca y al transporte en toda la región el mar es como un gran camino con rutas invisibles a los ojos del novato y del foráneo, que conecta vidas, familias e historias, que permite alejarse o acercarse de Sapzurro, o que simplemente se usa para recorrer con la vista sus playas, casas y negocios. El mar también se constituye en la vía que acerca a sus habitantes al alimento, ya sea del tipo que llega lentamente en barcos para surtir a las tiendas, o aquel que se debe pescar. 

Los sapzurreros se definen como un pueblo de pescadores. No es común ver a las niñas realizando esta labor, pero los niños se reúnen en el muelle de madera a charlar, correr y pescar, o bien navegar en embarcaciones pequeñas, bucear a pulmón y capturar pulpos, ciguas (Cittarium pica) y otros animales para el consumo en los hogares. Las mujeres del corregimiento pescan principalmente en la bahía, pero esta es una costumbre que se ha ido perdiendo en dicho segmento de la población, ya que ellas se han dedicado a atender sus casas, restaurantes y hospedajes. Sin embargo, ese tipo de pesca aún es ejercida como una actividad recreativa más que de provisión de alimentos. 

Por su parte, los hombres van familiarizándose con las técnicas de pesca, primero en la seguridad que brinda la bahía y la tierra firme, para luego aventurarse en pequeñas embarcaciones que mantienen cerca a la orilla. Otros van aprendiendo a profundizarse para bucear a pulmón, y finalmente, algunos van a pescar afuera, que es el término local para la pesca mar adentro, es decir en el golfo de Urabá. La pesca en alta mar implica manejar el mareo que provoca el movimiento de la embarcación, en especial en verano. Es un trabajo fuerte y eminentemente masculino, pues según los interlocutores requiere de fuerza física, resistencia y valentía. 

El uso de los espacios está relacionado con el género, y se da de manera diferenciada pero no tajante. Así, la casa es un lugar femenino, mientras que la playa es un sitio mixto con predominancia masculina. El mar tiene un uso marcado por lo masculino, que se acrecienta a medida que se sale a mar abierto, es decir, la bahía aún conserva algunos usos femeninos, mientras que en alta mar las formas de aprovechamiento son acentuadamente masculinas, ya sea desde la pesca o la navegación. 

4.2.2 La pesca 

Los conocimientos de la pesca de esta zona están atravesados por los saberes nacidos en otros lugares, como en los departamentos de Sucre y Bolívar, dada la relación de los fundadores y antiguos habitantes de la región con San Onofre y Cartagena, y por los viajes a Barú e Isla Fuerte que eran puertos reconocidos en las antiguas rutas de navegación. El Chocó también está presente en este cúmulo de conocimientos, pues cuando aún se navegaba con embarcaciones de vela, los marineros realizaban viajes por el golfo, pero también se adentraban por el río Atrato, generando intercambio de experiencias y observando el desarrollo de las diferentes actividades, entre ellas, la pesca. 

Ya en el campo de los cambios percibidos en el mar, puede afirmarse que estos son descritos, en su mayoría, a partir de las variaciones halladas en la pesca, en la que además de los cambios en las técnicas y los aprendizajes, hay una fuerte percepción de variaciones en la abundancia y la escasez. Estos temas han introducido condicionamientos, prácticas y reglas. Un ejemplo de esto es la prohibición de la captura de langosta con tanque, lo que muestra que localmente se ha determinado algunas normas que regulan la competencia desigual a la que están sometidos los pescadores artesanales, pues el acceso a los tanques es fácil para aquellos que trabajan con buceo o con los hoteles que tienen este servicio, que en la zona son muy pocos y se encuentran principalmente en Capurganá, la bahía contigua al corregimiento. 

Otra de las competencias para este grupo de personas son los barcos pesqueros, la cual es desfavorable también para la conservación de los recursos del mar, pues con la pesca de arrastre modifican los fondos marinos, se deterioran los corales y en sus redes sacan grandes cantidades de pescado que es devuelto al mar cuando ya está muerto. Son reiterativas las quejas por la presencia de estos navíos en la zona. Los niños y los adultos de ambos sexos reconocen que dicha actividad ha contribuido a la escasez de peces. 

Otro de los elementos que tiene incidencia en la relación abundancia- escasez, es el cambio de costumbres. Los más viejos recuerdan que en el pasado no salían a pescar en verano porque era tiempo de mareta. Sin embargo, las técnicas fueron cambiando con base en la observación de este oficio en otros lugares, por los ensayos de los hombres de la zona, y sobretodo por la introducción de la navegación con motores que posibilitó que la actividad pesquera se practicara sin descanso durante todo el año. 

Los cambios que se dan en el mar de acuerdo a la época, marcan variaciones en las actividades y especies capturadas. En tiempo de mareta, se pesca principalmente sierra. En tiempo de bonanza se bucea y se capturan pargo, chile, jurel, cigua, entre otros. La captura del pargo rojo se da en invierno, con el mar calmo, porque las olas fuertes no permiten que el anzuelo descienda las brazas necesarias para realizar adecuadamente la pesca de profundidad. Esta actividad tiene gran importancia en la zona, en especial porque es la que abastece a los hoteles y restaurantes. 

Las personas se quejan porque la pesca de pargo rojo requiere una mayor inversión de tiempo, esfuerzo y gasolina que antes. En los años 60, en dos horas, sacaban hasta 200 ejemplares y las faenas eran en Cabo Tiburón ahora deben irse por varios días para pescar la misma cantidad, y en muchas ocasiones, el desplazamiento es hasta San Blas en Panamá. Las mujeres reconocen el asunto como un problema al que sus esposos y compañeros se están enfrentando, y que a la vez impacta la economía familiar. En el pasado, la gran cantidad de peces compensaba el esfuerzo de las jornadas en botes movidos por velas y a canalete; ahora que la gasolina se ha vuelto indispensable y que las capturas son menores, ellos perciben que la actividad pierde rentabilidad. 

4.2.3 Caracterización de algunas especies 

En cuanto a las especies y las clasificaciones, hay algunas que tienen relación con el ecosistema al cual pertenecen. Se separa los peces que viven en los bajos, de aquellos que viven en las algas. Se diferencian las especies que viven “a pique” o cerca a los fondos, y los que viven en aguas más superficiales. 

A los animales que habitan en el mar se les llama pescados o peces. Los delfines entran en esta categoría y no son clasificados como mamíferos, a pesar de saber que este animal amamanta a sus crías. En este grupo de cetáceos, las divisiones son comportamentales, pues los que viven en aguas más claras “derrochan”, que es el término usado por uno de los interlocutores para explicar que hacen piruetas. Entre tanto, los que viven cerca al Atrato, en aguas más turbias, no exhiben estos comportamientos. También existen clasificaciones internas para los tiburones, los cuales son agrupados y clasificados en agresivos y no agresivos.

Los conocimientos sobre los corales, ya sean bajos o longos, son variables. Hay quienes los reconocen como seres vivos, saben de su importancia para los peces y conocen los factores que los afectan, mientras que otras personas los ven como piedras o bloques de cemento sin vida. Lo anterior verifica que los conocimientos no son uniformes y se encuentran depositados en personas específicas de la comunidad. 

Así mismo, no se encontró una diferenciación entre la zona nerítica y la pelágica, simplemente se nombran de manera genérica como mar, aunque este último presenta zonas de longos y de bajos, así como algunos nombres como el Bajo de la India; o bien toponimias derivadas del nombre de las playas cercanas: La Diana, El ICA, entre otros. Casi ningún interlocutor resaltó el papel de las praderas de pastos marinos; éstas no son mencionadas y en los dibujos de los ecosistemas marino-costeros realizados por los niños no aparecen registradas. 

4.2.4 Tradiciones culturales 

El mar es considerado un sitio tranquilo y libre de espantos, apariciones o visiones. Estas son conectadas preferentemente con las playas y aún más con el monte. Los peligros de este espacio acuático están representados por los tiburones, en especial la tintorera o tiburón tigre, y el tiburón azul; así mismo, por el mal tiempo, es decir por los cambios atmosféricos percibidos como desfavorables. Estas variaciones se relacionan con temporadas de huracanes y tormentas en La Florida y en otras zonas del Caribe como Las Antillas. 

Frente a su carácter que en ocasiones se torna impredecible, se han desarrollado maneras anticipadas de pronosticar elementos importantes; así, cuando la luna se torna roja es que el día siguiente será caluroso; las nubes son monitoreadas constantemente para evitar encontrarse con tormentas y rayos. Dice Correa: “En el ámbito de la predicción del clima, los sapzurreros se mantienen vigilantes frente a las variaciones meteorológicas, por lo que día a día observan las diferentes formaciones de las nubes. De esta manera, buscan asegurarse de que un mal tiempo no los tome por sorpresa en alta mar…” (2011: 367). 

También se han desarrollado creencias sobre la posibilidad de manipular el tiempo; estas soportan acciones como intervenir el tiempo con secreto, súplicas, o con “machetiadas”. Los más viejos conocían oraciones que ayudaban a mitigar o disipar los efectos de las tormentas. Como ejemplo, uno de los interlocutores mencionaba la oración de San Bartolomé, que partía los nubarrones negros en dos y aclaraba el cielo. Las súplicas se dan en cualquier momento en el que se presenta un peligro o para protección, la cual también puede ser solicitada antes de que las personas estén en situaciones complicadas, que es lo que se llama encomendar. Ambas son formas de buscar la protección divina. Las súplicas y el hecho de encomendar son dirigidos a la Virgen del Carmen, la Cruz de Mayo (patrona del poblado) y/o Dios. La “machetiada” o golpe con un machete es una acción que se combina con oración. Su objetivo es disolver una manga o tifón marino. Para este fin se toma un machete y se reza el credo glorificado hasta la mitad para que este impredecible y peligroso fenómeno desaparezca. Las acciones y oraciones pueden usarse desde el mar o desde la tierra, de acuerdo a las necesidades y situaciones. 

Para finalizar, destacamos que los pobladores de Sapzurro han percibido disminuciones significativas en la pluviosidad. Dicen haber notado cambios en la frecuencia de aparición de enfermedades relacionadas con las lluvias, en la forma de realizar tareas cotidianas como el secado de pañales y en la dinámica de las fuentes de agua. 

4. CONCLUSIONES 

Debe anotarse que en la zona se ha llevado a cabo estudios de valoración ecológica y sociocultural sobre los ecosistemas terrestres, que también hacen referencia a los ecosistemas marinos como el caso de EVEE (2008) y Vega (2010) para Sapzurro. Sin embargo, las investigaciones se quedan cortas frente a la complejidad de los ecosistemas marinos y su importancia a la hora de determinar impactos ambientales y de tomar decisiones sobre intervenciones en las zonas costeras. 

El conocimiento de los grupos humanos que habitan El Valle en el Pacifico colombiano y Sapzurro en el Urabá Chocoano, sobre los recursos marinos y costeros está estrechamente relacionado con la importancia de la pesca para la subsistencia. Los hombres conocen el mar y sus ecosistemas. Su personalidad se forja en la puja con las fuerzas de la naturaleza representadas por los vientos, las corrientes marinas, el oleaje, los peces y los seres míticos (en el caso de El Valle). 

La pesca es altamente valorada (Vega, 2010; Correa, 2009; EVEE, 2008). Los hombres aprecian la libertad y la independencia económica que ella proporciona. En El Valle, conocen bien los caladeros de pesca; saben la importancia que tienen los manglares y los corales en el ciclo de reproducción de los peces. Y tanto allí como en Sapzurro, la gente es consciente de los cambios en las poblaciones ícticas derivados de la presencia de barcos de pesca industrial y del uso de redes, motores y gasolina por parte de los pescadores artesanales. Sin embargo, se sigue considerando el mar como una despensa inagotable y los nativos difícilmente interiorizan la idea de la extinción de las especies. 

Las iniciativas ambientales apenas llevan unas décadas y todavía está fresco el recuerdo de aquellas épocas cuando podían pescar libremente y construir sus viviendas en cualquier playa. La institucionalización de áreas protegidas implica nuevas reglas del juego. A corto plazo el pescador artesanal siente que sus derechos son vulnerados pero sabe que si todos respetan esas nuevas reglas habrá pesca suficiente en el mediano y largo plazo para satisfacer las necesidades de las familias. 

Las relaciones con los profesionales dedicados a la biología de la conservación han generado, en el caso de El Valle, un fructífero intercambio de saberes. Los científicos parten de los saberes locales para avanzar más rápidamente en sus investigaciones. Los pescadores a su vez incorporan en su lenguaje los conceptos aprendidos en los talleres con los funcionarios del Parque y con los investigadores que visitan la región. En Sapzurro todavía se ve a los ambientalistas como foráneos que llegan a vivir en la zona y a imponer costumbres ajenas. La división entre nativos y gente del interior del país es muy fuerte y las incipientes organizaciones locales se oponen con frecuencia a proyectos de investigación de carácter ambiental. El turismo se concentra en los hoteles cuyos propietarios generalmente son del interior del país, y los beneficios no se redistribuyen suficientemente, lo cual genera aún más inconformidad entre la población local, especialmente en el caso de Sapzurro. 

El desafío para las autoridades ambientales y para los investigadores es construir, en forma participativa, medidas de manejo en las áreas marinas y costeras protegidas. Necesariamente habrá que contar con los saberes y las necesidades de los pescadores y sus familias. La pesca es la principal fuente de proteína y de recursos monetarios. Ante esta realidad no queda más que el camino del diálogo y de la concertación. Las medidas de manejo tienen que estar basadas en la complementariedad entre el conocimiento local y el conocimiento científico para que puedan ser legítimas y garanticen el compromiso de los pobladores con el uso sostenible de los recursos. El estudio y la valoración del conocimiento ecológico local no solamente son útiles para la biología de la conservación, sino que permiten entablar un diálogo con los lugareños, con el fin de establecer estrategias de conservación viables desde el punto de vista social, económico, ecológico y cultural. Esto tendrá que ir acompañado de un fortalecimiento de la institucionalidad ambiental y de la economía local. De otro modo, los pescadores simplemente se estarían sacrificando para que otros se lucren de los bienes comunes y destruyan los ecosistemas marinos. 

AGRADECIMIENTOS 

La investigación en el Parque Nacional Natural Utría fue financiada por la Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia, el Banco Mundial, el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y la Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales. La investigación en Sapzurro fue financiada como parte de un proyecto CODI de mediana cuantía de la Universidad de Antioquia sobre las “Memorias del agua”, dirigido por el profesor Jaime Andrés Peralta. Agradecemos el apoyo de las entidades financiadoras y a los habitantes de Sapzurro y El Valle quienes generosamente quisieron compartir con nosotras sus conocimientos sobre el mar. 

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CORREA, S. L., TURBAY, S. y VÉLEZ, M. (2012). CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO. Gestión y Ambiente, 15(2), 17–32. https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334

ACM

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CORREA, S.L., TURBAY, S. y VÉLEZ, M. 2012. CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO. Gestión y Ambiente. 15, 2 (may 2012), 17–32.

ACS

(1)
CORREA, S. L.; TURBAY, S.; VÉLEZ, M. CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO. Gest. Ambient. 2012, 15, 17-32.

ABNT

CORREA, S. L.; TURBAY, S.; VÉLEZ, M. CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO. Gestión y Ambiente, [S. l.], v. 15, n. 2, p. 17–32, 2012. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334. Acesso em: 20 abr. 2024.

Chicago

CORREA, SANDRA LILIANA, SANDRA TURBAY, y MADELENE VÉLEZ. 2012. «CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO». Gestión Y Ambiente 15 (2):17-32. https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334.

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CORREA, S. L., TURBAY, S. y VÉLEZ, M. (2012) «CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO», Gestión y Ambiente, 15(2), pp. 17–32. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334 (Accedido: 20 abril 2024).

IEEE

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S. L. CORREA, S. TURBAY, y M. VÉLEZ, «CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO», Gest. Ambient., vol. 15, n.º 2, pp. 17–32, may 2012.

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CORREA, S. L., S. TURBAY, y M. VÉLEZ. «CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO». Gestión y Ambiente, vol. 15, n.º 2, mayo de 2012, pp. 17-32, https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334.

Turabian

CORREA, SANDRA LILIANA, SANDRA TURBAY, y MADELENE VÉLEZ. «CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO». Gestión y Ambiente 15, no. 2 (mayo 1, 2012): 17–32. Accedido abril 20, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334.

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1.
CORREA SL, TURBAY S, VÉLEZ M. CONOCIMIENTO ECOLÓGICO LOCAL SOBRE ECOSISTEMAS MARINOS EN DOS COMUNIDADES COSTERAS: EL VALLE Y SAPZURRO. Gest. Ambient. [Internet]. 1 de mayo de 2012 [citado 20 de abril de 2024];15(2):17-32. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/gestion/article/view/35334

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