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2012-01-01

Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro

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  • Carlos Uribe Celis Universidad Nacional de Colombia

Talcott Parsons: ¿El último clásico?, de Clemencia Tejeiro (ed.)

Bogotá, D. C.: Universidad Nacional de Colombia, 2012, 644 páginas.

Carlos uribe Celis. Universidad Nacional de Colombia. Profesor titular, Universidad Nacional de Colombia.


“¿Quién lee hoy a Spencer?”, con estas palabras desobligantes tomadas de Crane Brinton (un autor también olvidado hoy, salvo para los interesados en Parsons) inicia el mismo Parsons su ópera prima: La estructura de la acción social (1937). A nuestra vez, de manera desprevenida y algo inocente, podríamos preguntarnos: ¿Y quién lee hoy a Parsons? Recientemente, en una charla informal con Michael Burawoy, presidente de la International Sociological Association, y profesor de la Universidad de California, Berkeley, al enterarlo de que yo dictaba un curso de Parsons en la Universidad Nacional de Colombia, se detuvo a observarme en silencio y de hito en hito como si no lograra reponerse de una sorpresa para, luego, consoladoramente, levantar su puño cerrado invitándome a chocar mi puño con el suyo; aquel ademán importado de la cultura negra usamericana y vuelto universal entre los jóvenes de hoy. Lo que me quería decir en lengua franca era: —Todavía quedan fósiles en la arena académica (los que se interesan por Parsons), pero venga choque esa mano, pues, se trata de un encuentro singular que vale la pena celebrar.

—Y usted qué enseña —algo turbado acerté yo a preguntarle.

—Hago un curso sobre Lenin —fue su respuesta, no menos asombrosa que la mía.

Yo dejé caer el tema. Definitivamente —tal resulta ser mi conclusión sobre el incidente— no hay mucha lógica (“acción lógica”, como diría Pareto) en la vida de las academias.

El Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia acaba de dar a la luz un texto de 650 páginas aproximadamente, sobre el sociólogo más ampliamente reconocido (y no menos controvertido) de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX: Talcott Parsons. El libro recoge 16 artículos, la mayoría de ellos presentados en el curso de un seminario realizado en Bogotá en la Universidad para celebrar los treinta años de la muerte de Parsons, en el año 2009, el mismo año en que el Departamento de Sociología celebraba el primer medio siglo de su existencia. Me permitiré hacer una referencia sucinta a esos textos1 con el ánimo de ofrecer una guía posible de lectura de tales trabajos para los interesados dentro de la disciplina y fuera de ella; para eso se hacen las reseñas. No se trata de exponer mi visión de Parsons hoy (no es este el lugar), pero, inevitablemente, mi revisión de los articulistas puede estar afectada por mi perspectiva en relación con dicho autor. Contra Max Weber y su entusiasta seguidor, Talcott Parsons, la neutralidad valorativa weberiana (o “afectiva”, como dice Parsons) no existe, si bien, como sabemos, el concepto ha sido muy significativo para el desarrollo de las ciencias humanas.

A mi juicio, el artículo más logrado en el libro es el del profesor español José Almaraz Pestana “Talcott Parsons: conocimiento y acción en La estructura de la acción social” (pp. 99-164). No será por azar que ocurre de este modo, que Almaraz ya en 1981 había partido lanzas en el tema del sociólogo usamericano con un libro titulado La teoría sociológica de Talcott Parsons (Madrid, CIS). Su exposición sobre los aspectos metodológicos y epistemológicos de la Estructura de la Acción Social (EAS) es enormemente clarificadora, nítida, concisa y didáctica. Se remite en su estudio juiciosamente —comme il faut— a las obras mismas de las fuentes no tematizadas de Parsons: Whitehead, Henderson, Tawney. No se contenta con mencionar esos antecedentes, algo más bien común en muchos estudios, sino que estudia en concreto sus conexiones e influencias. Hay que reconocer en este contexto que aun como alegato contra el positivismo en ciencias sociales, que Parsons asume como tarea prioritaria, la EAS está marcada por la obsesión positivista de delimitar el campo científico de la sociología y de construir o, al menos, poner las bases del edificio científico de la sociología. Esta idea atormentó, como la culpa de un pecado original, a todos los padres fundadores de la disciplina, desde Comte hasta Weber, pasando, obviamente por Durkheim, quizá el apóstol más celoso de dicha misión. Como lo apunta Almaraz, la EAS, recabando precisamente en la obsesión que acabamos de exponer, ha sido calificada por algunos, más que como un tratado sociológico, como un tratado sobre filosofía de la ciencia (Almaraz, p. 115). No falta razón en esta paradójica observación. Aunque finalmente Almaraz tiene una posición más “conformista” (la categoría es de Parsons) que crítica sobre la obra de Parsons, al menos para mi gusto, su trabajo es de gran utilidad y pienso que debe ser de consulta obligada para los que advienen por primera vez a la atribulada lectura de la EAS, es decir, nuestros estudiantes de Sociología. El muy ponderado e iluminador ensayo de Almaraz concluye con estas palabras sobre la EAS: [Se trata de] “la obra, quizá la más grande que se haya escrito intencionadamente desde los tiempos de Durkheim en pro de la reivindicación académica de la sociología” (p. 161). Celebro su entusiasmo sin compartirlo.

El profesor Gabriel Restrepo, autor del artículo con el que se inaugura la serie “Talcott Parsons: autobiografía intelectual” (pp. 31-55) hace, en el estilo al que ya nos ha acostumbrado, un sentido y emotivo ensayo, una parte sobre Parsons y otra a propósito de Parsons. Restrepo tradujo al español el libro de Parsons de 1970: On building Social System Theory.

1. El libro incluye un artículo mío (Carlos Uribe Celis, “Sociología de la familia nuclear en Talcott Parsons” pp. 333-356), artículo que, comprensiblemente, no tematizo en esta reseña bibliográfica.

A personal History. La traducción de Restrepo es de 1978 y al parecer es la primera que se hizo a la lengua de Cervantes. He visto que hay otra traducción de la Universidad de Puebla, México, publicada en 1986. En el ensayo del libro que se reseña, Restrepo se muestra otra vez como pionero traductor con una inesperada versión de unos versos latinos del naturalista gaditano José Celestino Mutis, personaje señero de la historia de Colombia en el siglo XVIII. Marginalmente, no sé por qué Restrepo en su traducción príncipe de Parsons, cambió el título en inglés —A personal History— al español de “Autobiografía intelectual”. Encuentro más diciente el título del propio Parsons: “A personal History”. Como quiera que sea, en el artículo que se reseña, Restrepo hace, a grandes rasgos, su propia “biografía intelectual” y lanza la bomba de estar preparando una “teoría dramática de la sociedad”, con un sesgo maffesoliano de “razón sensible” (Maffesoli, 1997). Restrepo no cita aquí a Maffesoli, sin embargo. Restrepo lamenta que “no solamente el mundo de los sistemas sociales —dice—, también las instituciones sociales (el Estado, en fin, la economía), en Parsons suelen pensarse de modo muy racional y, a mi modo de ver, —insiste Restrepo— esto es tremendamente equivocado” (p. 48). Propone en cambio, exaltar, según sus propias palabras: “el tema del afecto en relación con el conocimiento o, si se quiere, la fe y el afecto por encima del entendimiento” (p. 39). “Mi principal interés —añade— […] se centra en el concepto, para mí cardinal, de sabiduría” (p. 499). Todo ello involucra, lógicamente, otro concepto, el de comunicación y, asevera a este propósito Restrepo: “Parsons no tiene casi ninguna línea sobre los medios de comunicación, salvo el artículo Propaganda y control social (1967)”. Sin ánimo de polémica, vale la pena precisar que el muy importante desarrollo teórico de Parsons sobre los “medios generalizados de intercambio” (Restrepo se refiere a ellos bajo el nombre de “medios generalizados de la acción”) se conocen también como “medios de comunicación simbólicamente generalizados” (así los considera N. Luhmann, por ejemplo). La comunicación, pues, no es solo verbal o de lenguaje articulado. Y los conceptos de “interacción” o “socialización” en Parsons involucran amplia y profundamente, operaciones evidentes de comunicación. Restrepo tiene razón en que Parsons conserva el enfoque racionalista al hablar de la comunicación, lo que vale también para Luhmann en textos tan evidentes, por ejemplo, como El amor como pasión (1982), título engañoso, como el que más, para un lector común que ande buscando calideces y morbideces en el mensaje. Pero así es la sociología. Restrepo va por otros caminos más auspiciosos —los del afecto y la sabiduría— y ojalá coseche laureles.

Raúl Atría de la Universidad de Chile “La reconstrucción del actor social de Parsons en la estructura social” (pp. 167-198) presenta una síntesis rápida de la teoría de Parsons en busca de su caracterización del actor social. Así lo anuncia Atría, pero lo que aparece —y que resulta más significativo— es la relación con la teoría de las clases (Parsons prefiere hablar de “estratos”) y de las jerarquizaciones de los grupos en la estructura social. El otro aspecto desarrollado por Atría es el de los medios generalizados de intercambio (dinero, poder, influencia y compromisos de valor) que es una dimensión tardía de la teoría de Parsons, pero de gran importancia, como que allí Parsons retoma las categorías, sino los temas, que constituyen el eje central de la reflexión de Marx: dinero y poder. Atría lo trae a la vista, aunque no produce una reflexión completa sobre este tema tan atrayente. Pero con sus referencias o notas, Atría abre la ventaja a un paisaje vasto y prometedor.

Luz Teresa Gómez “Parsons y el psicoanálisis” (pp. 267-332), otra vez en su estilo característico, apuntalado con una carga masiva de citas, hace lo que sabe bien hacer: guiar, iniciar al neófito o sacar de paseo al conocedor por las sendas propias de los autores (conozco su trabajo inédito sobre la sociología de Marx, que se desenvuelve según esos mismos parámetros), permitiendo que el autor mismo, que ella toma como objeto, nos encante con un discurso expurgado de complicaciones e intrincamientos, todo gracias a la habilidad del guía (la de ella), y nos deje la esencia del tema seleccionado. Hay en esto una clara intención pedagógica. Todo tiene su precio, no obstante, puede ser que la crítica o la contrastación con otras visiones, otros autores, el debate o la confrontación quede relegado o resulte menos obvio. Pero el esfuerzo de presentarnos con simplicidad, sin perder hondura, recomienda la lectura.

De Lidia Girola Molina de la Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, México, su artículo “Teorías de la evolución social en la obra de Talcott Parsons” (pp. 239-263) contiene dos desarrollos interesantes; el primero, sobre las “instituciones” universales (parentesco, estratificación, religión y poder, —tal la lista de Girola Molina—, lista que parece entremezclar distintos arreglos conceptuales de Parsons. De otra parte, el artículo aporta, paralelamente, un desarrollo adicional sobre “complejos organizacionales” (estratificación, legitimación, burocracia, dinero, mercados, ley positiva y democracia). Parsons, entiendo, solo avala dos “complejos” de esta enumeración: los mercados y la burocracia, que él complementa con un tema que le es muy caro: el de las asociaciones voluntarias (Véase El sistema de las sociedades modernas, cap. 2). Pregunto, entonces, ¿es la legitimación o la democracia un “complejo organizacional”? Nos es difícil verlas de ese modo. En el artículo en cuestión se hace una exposición sobre el marco teórico general parsonsiano en términos que resultan más o menos de rutina, pero, en cambio, le cabe a este texto la prestancia de ser uno de los pocos que, en algún porcentaje, alientan cierto ánimo crítico en el elenco general del libro. Es que el libro es en sustancia bastante benigno con el sociólogo de Harvard, no por ello,menos aportante. Finalmente, el asunto central de la propuesta de Girola Molina: el de la evolución social en Parsons resulta en balance algo desdibujado, un poco en déficit con la expectativa que el título abre al lector.

Alejandro Blanco de la Universidad Nacional de Quilmes “Talcott Parsons y Gino Germani: caminos cruzados, trayectorias convergentes” (pp. 507-526) en un estilo pulcro y coherente traza un buen cuadro del clima imperante en Estados Unidos y en Harvard en los años 30 respecto de la sociología, que insurgía como un recién llegado y no, precisamente, un “nuevo rico” sino más bien un visitante de escasos medios, todo aun a pesar de la Escuela de Chicago, que había parido el bebé 35 años antes, aunque ahora se viera disminuida y en retirada. Es en este paisaje poco propicio en el que Parsons —agobiado por la sombra de Sorokin en Harvard— vino a erigir su edificio teórico a partir de la EAS en 1937. Blanco se ha especializado en la historia intelectual de Gino Germani y los orígenes de la sociología argentina y el artículo despliega, como Plutarco, un ensayo en el género de las “vidas paralelas”, esta vez contrastando a Parsons con Germani.

Alfonso Piza “El lugar de Parsons en la acción comunicativa” (pp. 367-374), trabaja el concepto de “influencia”, el medio generalizado de intercambio o “simbólicamente generalizado de comunicación” (Luhmann) correspondiente al sistema social y paralelo al dinero o al poder en Parsons. Piza refiere su presentación de Parsons a la lectura que J. Haber-mas hace de Parsons en su Teoría de la acción comunicativa. Lamentablemente Piza adopta un estilo expositivo de los conceptos sin referencias tópicas a los textos, ni de Parsons, ni de Habermas y, al final, no queda claro, en el continuum de la cadena expositiva, si la presentación de las categorías tratadas corresponden a Parsons o a la visión de Habermas sobre Parsons. En ausencia de citas, el lector no tiene más remedio que atribuir el discurso entero a la visión que Piza mismo tiene de Parsons. Esto no invalida la exposición ni el argumento, pero la obnubila un poco.

Clemencia Tejeiro recoge el tema de la economía “La economía y los economistas en la vida y obra de Talcott Parsons” (pp. 57-98). Muestra a través de la biografía de Parsons cómo este llega, en efecto, a la sociología pasando por la economía. A través de valiosas notas de pie de página Tejeiro ilumina ciertos pasajes de la autobiografía de Parsons mediante referencias a los trabajos de algunos de los académicos que dirigieron sus cursos o cuya obra lo marcó, antes de instalarse en Harvard (R. H. Tawney, H. Laski, etc). Yo echo de menos, sin embargo, una referencia más explícita al trabajo de Parsons sobre Marshall en la EAS, no para resumirlo, claro está, sino para mostrar ese meandro escondido de la corriente marshalliana en el que Parsons se detiene de un modo a la vez inesperado y paradigmático: las actividades y las necesidades en su dimensión normativa. Algo que los economistas no habían observado entonces y aún no reparan.

Blas Zubiría, de la Universidad del Atlántico, Colombia, hace una juiciosa y circunstanciada revisión (pp. 527-572) de la recepción de Parsons en una publicación muy específica: la Revista Mexicana de Sociología, 1939-2005, a través de 253 números.

Jorge Ravagli, docente de la Universidad de La Salle, “El simbolismo expresivo de Talcott Parsons como herramienta de interpretación” (pp. 213-225). El texto expone elementos del concepto de simbolismo expresivo en The Social System y algunos ensayos dispersos de Parsons. Con algunas alusiones rápidas y generales al arte, la música y el pentecostalismo religioso en América Latina (la referencia es muy ambiciosa y poco especificada), Ravagli trata de demostrar algo obvio: que en la modernidad instrumentalista el simbolismo expresivo sigue vigente.

Este voluminoso libro sobre Parsons se ha enriquecido también con cuatro aportes de jóvenes parsonsianos que al momento del Seminario (2009) mantenían aún su estatus de estudiantes. Su inclusión es una muestra del espíritu democrático, pero más de compromiso pedagógico, con que la editora ha querido componer este volumen. Como en todo lo demás las contribuciones son disparejas, pero todas dan fe de una llama alimentada por el respeto a los clásicos de la sociología, llama que desde 1969, bajo el nuevo programa inspirado por el académico Darío Mesa, arde y fulge en esta escuela hasta el presente. Me ocupo en seguida de este último componente:

    En el contexto de las lecturas de Parsons por otros teóricos aparece el artículo de Mauricio Gómez Nieto “Auto-observación del paradigma sistémico: revisión de la teoría de Parsons desde la lógica epistémica de los sistemas autopoiéticos” (pp. 375-467). Es el artículo más extenso de la serie. Nos remite a Parsons intentado leer desde Luhmann. Si, como recuerda en tono de chiste Blas Zubiría en este mismo libro, se dice que Schumpeter, al culminar su lectura de la EAS, y para comentar su estilo algo sinuoso, afirmó: Este libro (la EAS) será comprendido solo si lo traducen al alemán; aquí podríamos añadir en parodia: para comprender a Gómez Nieto hay que traducirlo al chino. Se trata de 80 páginas abstrusas en las que el autor se interna en un bosque de palabras en el que resuenan los sonidos abigarrados de la escritura de Niklas Luhmann. Pero conviene advertir que la asimilación de un autor no ha de acabar repentinamente en la imitación de su estilo ni el mimetismo tiene porqué confundirse con la mímesis creativa. Además, se pueden rastrear en el artículo de Gómez Nieto algunas incorrecciones. Por ejemplo, Gómez habla del “sistema personal” [sic] en Parsons. Parsons usa la categoría “sistema de la personalidad”. Hay una diferencia. Por otra parte, la acción “instrumental” en Weber como en Parsons es la acción racional con arreglo a fines (Zweckrationalität), típica del utilitarismo y de la teoría económica. Gómez la pone como subdivisión de la acción catéctica (relativa a la ”catexis”, del griego “catexo” que significa poseer, retener), un tipo de acción que busca gratificación inmediata como la que es típica, por ejemplo, de las necesidades vicerogénicas. Esa ubicación es cuestionable en términos de la taxonomía parsonsiana. De paso, y en fin: el vocablo catéctic-o(-a) es más propio que “catético” (sic en Gómez Nieto) y esto por razones etimológicas. No puedo aquí entrar, por motivos obvios, en mayores detalles; solo he querido mostrar algunos ejemplos de incorrecciones del texto más allá del concepto general antes expresado.

Adriana Fernández Mangones “Aproximación a Parsons, el núcleo kantiano descrito por Münch” (pp. 359-365). En cinco breves páginas Fernández, socióloga de la Universidad Nacional de Colombia, llama la atención sobre el señalamiento hecho por Richard Münch en 1981 en el sentido de una correlación, que sin duda nos resulta muy interesante, entre el enfoque kantiano del conocimiento: la filosofía crítica y su distinción entre razón pura y razón práctica, paralela a la distinción parsonsiana entre razón instrumental utilitarista y acción regida por normas y valores o, en otras palabras, la referencia al peso inexorable de la moral en la vida social. Fernández identifica el “realismo analítico” de Parsons con la inevitabilidad de la teoría en la evaluación de los fenómenos o hechos empíricos. Esta definición es, sin embargo, muy restringida, pues el “realismo analítico” involucra elementos como la elaboración dispendiosa de conceptos analíticos en calidad de “caja de herramientas” previa a la explicación adecuada del todo en movimiento. A esta última tarea dedica Parsons su “Sistema social” (1951).

Juan Carlos Endo Calderón “Talcott Parsons y el cambio social” (pp. 227-238) en agudo contraste con Gómez Nieto expone con estilo claro y conciso algunas ideas sobre el cambio en Parsons. Entre ellas los procesos de cambio evolutivo (diferenciación, inclusión, tecnología, generalización de valores) y, lo más importante, el reconocimiento de que lo de Parsons sobre el cambio es el rechazo del monocausalismo, suplantándolo por un ambiguo pluricausalismo y la idea de que “no existe en el estado actual de la ciencia, una teoría general del cambio social” (p. 235).

Jesús David Salas Betín “Propaganda y control social en Talcott Parsons” (pp. 199-211) explora este ensayo de Parsons de 1942, en plena guerra, sobre la propaganda política. No hay nada aquí por parte de Parsons que no se sepa o aún se pueda deducir del resto de su obra. Fue Robert K. Merton, el discípulo estrella de Parsons, quien elaboraría de una manera más acabada, individualmente y también con la ayuda de Paul Lazarsfeld, las tesis funcionalistas sobre propaganda, Medios de masas, “Principio de Thomas”, “influyentes ‘locales y cosmopolitas’”, etc., todos, temas relativos a la comunicación de masas y verbal interactiva.

En suma y para concluir, el libro constituye un valioso aporte desde esta periferia al conocimiento de Talcott Parsons, un teórico que se halla imbricado en el discurrir del establecimiento bajo el que discurren nuestras vidas. Que ya nadie cite a Parsons, ni se dé cuenta de que lo repite sin saberlo, no elimina ni merma su presencia persistente.

Bibliografía

Tejeiro, C. (ed.). (2012). Talcott Parsons: ¿El último clásico? Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

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Uribe Celis, C. (2012). Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro. Revista Colombiana de Sociología, 35(1), 179–185. https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359

ACM

[1]
Uribe Celis, C. 2012. Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro. Revista Colombiana de Sociología. 35, 1 (ene. 2012), 179–185.

ACS

(1)
Uribe Celis, C. Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro. Rev. colomb. soc. 2012, 35, 179-185.

ABNT

URIBE CELIS, C. Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro. Revista Colombiana de Sociología, [S. l.], v. 35, n. 1, p. 179–185, 2012. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359. Acesso em: 18 abr. 2024.

Chicago

Uribe Celis, Carlos. 2012. «Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro». Revista Colombiana De Sociología 35 (1):179-85. https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359.

Harvard

Uribe Celis, C. (2012) «Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro», Revista Colombiana de Sociología, 35(1), pp. 179–185. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359 (Accedido: 18 abril 2024).

IEEE

[1]
C. Uribe Celis, «Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro», Rev. colomb. soc., vol. 35, n.º 1, pp. 179–185, ene. 2012.

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Uribe Celis, C. «Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro». Revista Colombiana de Sociología, vol. 35, n.º 1, enero de 2012, pp. 179-85, https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359.

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Uribe Celis, Carlos. «Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro». Revista Colombiana de Sociología 35, no. 1 (enero 1, 2012): 179–185. Accedido abril 18, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359.

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1.
Uribe Celis C. Talcott Parsons: ¿el último clásico? de Clemencia Tejeiro. Rev. colomb. soc. [Internet]. 1 de enero de 2012 [citado 18 de abril de 2024];35(1):179-85. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31359

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