Núm. 11 (2011): «NUESTROS DUELOS»

Desde el jardín de Freud 11

El duelo es parte de la existencia humana. El sujeto mismo, así como la sociedad y la cultura son el resultado de una pérdida fundamental y la vida es, en buena medida, el decurso de las formas de asumirla. La muerte, las separaciones, las pérdidas de los más apreciados objetos, exigen una permanente recomposición subjetiva. La dimensión trágica de la vida humana convoca el duelo con sus dolores y luchas inevitables. La clínica de Freud nos devela los vínculos entre el dolor silenciado y los síntomas, efecto de insoportables pérdidas. En el texto que nos legó, “Duelo y melancolía”, distintos pliegues del tema son objeto de su análisis y, en muchos de sus trabajos, las múltiples referencias a propósito de temas como el origen de la cultura, la guerra, lo efímero, etc., dan testimonio de la importancia que le concedió al duelo y de las reelaboraciones a las que sometió sus concepciones sobre el particular. Hay pérdidas que están en la base de la emergencia del sujeto; algunas ocurren por la precariedad de su condición frente a sus vicisitudes y a las del Otro social. Las más dolorosas suceden como efecto de la violencia que arrasa con lo más valorado del prójimo, en un afán de apropiación de los objetos que hacen de la envidia y del ansia de poder, los signos de un goce de quienes rehúsan aceptar los límites de la vida social y los duelos que la renuncia impone. La experiencia del duelo es histórica.

Es una de las vivencias más íntimas y singulares, que exige a la vez la participación de la sociedad y los medios de la cultura para su realización. Cada época introduce posiciones particulares ante el amor y ante la muerte, lo que determina modos específicos de vivir el duelo y quizás, incluso, de repudiarlo. Desde aquí nos interrogamos: ¿Qué pasa con el duelo hoy? ¿Qué formas toma? ¿Qué objetos lo causan? ¿Cuáles son las posibilidades individuales y sociales de vivir un duelo en la actualidad? O ¿se trata algo renegado? ¿Hay duelos sociales? ¿Qué efectos tiene en el duelo la pérdida de los rituales que hoy se observa en muchas sociedades? ¿Hay actualmente, en algunos espacios, indolencia o indiferencia ante situaciones que en otros es motivo de duelo? ¿Qué soportes simbólicos acompañan estas situaciones para asumir lo real de la pérdida del objeto? ¿Cuál es la relación entre el duelo, la transmisión y la inscripción del sujeto en la cultura?

En Colombia, como resultado de un largo conflicto armado, tenemos una situación en la que el duelo cobra una dura actualidad. La confluencia de múltiples problemas tales como las desapariciones forzadas y la consecuente ausencia de rituales fúnebres para muchos de los muertos; la usurpación y el despojo de bienes muy preciados como la tierra; la imposición abusiva del silencio en relación con muchos asesinatos y sus causas; la distorsión y, en algunos casos, la supresión de los procesos de memoria y la exigencia de olvido a ultranza; las consecuencias de la impunidad en el proceso de duelo, sus relaciones con la venganza, con la repetición y con la apatía de la sociedad, son problemas que no parecen privativos de la sociedad colombiana. Por el contrario, algunos de ellos son propios de la contemporaneidad y se manifiestan tanto en la clínica como en los procesos sociales. Todos estos problemas ameritan un detenido examen por parte de los psicoanalistas, la necesidad de renovar las preguntas e intentar respuestas. Al tiempo, convocan el concurso de otros saberes de las ciencias sociales, el derecho, la filosofía y las religiones, que han venido aportando a estas cuestiones. Por otra parte, desde los albores de la humanidad, la poesía, la literatura, la pintura y, el arte en general, han encontrado en la muerte, en las pérdidas y en el duelo una de sus principales fuentes de inspiración, al tiempo que se han revelado como medio fundamental para ayudar a soportarlas, evidenciando, entre otras, la relación entre duelo y escritura.

Publicado: 2011-01-01

Editorial

Artículos