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2011-01-01

La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica

The relationship university-city. Epistemological approach

Palabras clave:

universidad, ciudad, epistemología. (es)
university, city, epistemology. (en)

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Autores/as

  • Ruth Miriam Moreno Aguilar Universidad Distrital Francisco José de Caldas
El ensayo muestra que la universidad fue uno de los medios de consolidación e impulso de la ciudad, a través de los procesos de profesionalización apoyados en una epistemología de carácter científico objetivista y disciplinar. Ésta fue trasmitida y reproducida en las aulas universitarias a través de sus graduados y de sus servicios de consultoría y asesoría, ambos funcionaron como correas de transmisión de un imaginario de desarrollo proyectado con base en el crecimiento económico, la industrialización y la urbanización. Este imaginario se ha materializado preferencialmente pero no en exclusividad en la ciudad, y sus restricciones son cada vez más evidentes, algunas de ellas están vinculadas a las actuaciones atomizadas y dispersas de los profesionales que intentando resolver ciertas dificultades tienden a reproducir los problemas existentes o generan nuevos problemas. Por esta razón el ensayo termina proponiendo que una relación más sinérgica entre universidad y ciudad demanda, entre otros aspectos, un viraje epistemológico, con el cual a la actual producción disciplinaria de conocimiento se le complemente con por lo menos una postura inter y transdisciplinaria del mismo.
This essay shows that the university was one of the means of consolidating and stimulating the city through a process of professionalization supported in a scientific, objective and disciplined epistemological approach. This was transmitted to and reproduced in university classrooms through the graduates and their consultancy services. Both function as vehicles to transmit a vision of development based on economic growth, industrialization and urbanization. This vision has been realized but not exclusively in the city. Its limitations are becoming increasingly evident. Some of those are related to atomized interventions and dispersal of professionals who by trying to overcome some issues tend to reproduce the existing issues or create new ones. For this reason this essay concludes with the proposal for a more synergic relationship between city and university. It requires an epistemological shift where existing specialized knowledge is complemented with a trans-disciplinary and interdisciplinary approach.

La relación universidad-ciudad*
una aproximación epistemológica

The relationship university-city
Epistemological approach

Ruth Miriam Moreno Aguilar
Profesora de la Facultad de Medio Ambiente y Recursos Naturales,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, colombiana.
ruthmiriamm@gmail.com

* Artículo que plantea una aproximación histórica general a la manera cómo se ha producido, empleado y justificado el conocimiento alrededor, en éste caso, de la relación entre la universidad y la ciudad, pero que no desarrolla de manera profunda y exhaustiva, las implicaciones derivadas de dicha aproximación, así como tampoco da cuenta de las particularidades de esta relación, las que en todo caso, podrían estar por elaborarse. Es igualmente necesario aclarar, que el artículo no plantea una postura excluyente de los paradigmas de objetividad e intersubjetividad, consideración por lo demás, ajena al enfoque de complejidad, al que responde la redacción del texto.

Recibido: 7 de diciembre de 2010 Aprobado: 25 de abril de 2011


Resumen

El ensayo muestra que la universidad fue uno de los medios de consolidación e impulso de la ciudad, a través de los procesos de profesionalización apoyados en una epistemología de carácter científico objetivista y disciplinar. Ésta fue trasmitida y reproducida en las aulas universitarias a través de sus graduados y de sus servicios de consultoría y asesoría, ambos funcionaron como correas de transmisión de un imaginario de desarrollo proyectado con base en el crecimiento económico, la industrialización y la urbanización.

Este imaginario se ha materializado preferencialmente pero no en exclusividad en la ciudad, y sus restricciones son cada vez más evidentes, algunas de ellas están vinculadas a las actuaciones atomizadas y dispersas de los profesionales que intentando resolver ciertas dificultades tienden a reproducir los problemas existentes o generan nuevos problemas. Por esta razón el ensayo termina proponiendo que una relación más sinérgica entre universidad y ciudad demanda, entre otros aspectos, un viraje epistemológico, con el cual a la actual producción disciplinaria de conocimiento se le complemente con por lo menos una postura inter y transdisciplinaria del mismo.

Palabras clave: universidad, ciudad, epistemología.

Abstract

This essay shows that the university was one of the means of consolidating and stimulating the city through a process of professionalization supported in a scientific, objective and disciplined epistemological approach. This was transmitted to and reproduced in university classrooms through the graduates and their consultancy services. Both function as vehicles to transmit a vision of development based on economic growth, industrialization and urbanization.

This vision has been realized but not exclusively in the city. Its limitations are becoming increasingly evident. Some of those are related to atomized interventions and dispersal of professionals who by trying to overcome some issues tend to reproduce the existing issues or create new ones. For this reason this essay concludes with the proposal for a more synergic relationship between city and university. It requires an epistemological shift where existing specialized knowledge is complemented with a trans-disciplinary and interdisciplinary approach.

Keywords: university, city, epistemology.


Presentación

El propósito de este ensayo es mostrar que la universidad tiene una relación directa e inorgánica con las ciudades, pues las ciudades son el fruto de una producción, utilización y justificación de conocimiento de carácter disciplinar y por ello especializado, fragmentado y atomizado, conocimiento del cual se desprende en gran medida la proliferación de problemas ante la ausencia de lecturas integrales y hologramáticas.

Para cumplir con este propósito inicio con una aproximación al proceso de gestación de la epistemología científica, aludiendo al origen de los centros universitarios, en especial a la relación entre éstos y la producción de conocimiento. En segundo lugar, me refiero al emplazamiento, en los contextos universitarios latinoamericano y colombiano, del objetivo de profesionalización, proceso cuya naturaleza disciplinar fue análogo con la efervescencia de la epistemología de orden científico, implantación que presento como una de las fuentes de la consolidación de la ciudad moderna en el país, pues la universidad amplifica el discurso de la relación entre modernidad y modernización mediante el imaginario del progreso, y hace de la ciudad el territorio de su materialización apoyándose en la profesionalización.

Por último, planteo descriptores sintéticos de la relación inorgánica entre la universidad y la ciudad, cuya ilustración efectúo a partir de las tipologías constructivas de las universidades, presentadas por los profesores Negrón y Marcano en el Seminario Internacional de Teorías Urbanas “Universidad y Ciudad”, realizado en Bogotá1, y termino exponiendo que quizás una ruta para superar las restricciones de esta relación, sea la adopción de parámetros transdisciplinarios para la conformación de los currículos universitarios.

1. La epistemología científica: organizadora del saber y de la ciudad

1.1 Origen de los centros universitarios

Tres son las características que en consonancia con el objeto que me he propuesto y en relación con el momento del origen de las universidades vale la pena reseñar las siguientes características:

  1. La universalidad tanto temática como geográfica, pues las universidades abrieron sus puertas a partir del siglo XII a estudiantes y maestros de todas las lenguas y naciones, el latín sirvió a todas como instrumento de comunicación científica y espiritual con lo que adquirió universalidad lingüística. También es universal, porque al buscar todos los saberes, los recogió de autores de todas las culturas y civilizaciones. De esta característica deviene su nombre pues “universidad” proviene de la palabra en latín: universitas, que está compuesta por unus (uno) y verto (girado o convertido), o sea “girado hacia uno” o “convertido en uno”. Universidad tiene la misma etimología que universo y universal, palabras que expresan una multitud de cosas diferentes, pero que tienen en común un sentido de unidad2.
  2. La segunda gran característica de la universidad medieval es la supeditación al poder religioso centrado en Roma, adscripción debida a la necesidad de obtener protección ante los sojuzgamientos por parte de los reyes y señores feudales. Esta situación amordazó la producción de conocimiento a las encíclicas papales existentes. En efecto, de un total de 44 universidades europeas antes de 1400, al menos 31 contaron con un documento fundacional pontificio, cifra que subraya tanto el carácter supranacional de estas instituciones como su condición eclesiástica.
  3. La tercera y última característica que reseño en este momento es la ausencia de sedes propias para las universidades. La instrucción del saber era nómada, por tanto, ésta se impartía en cualquier lugar, y no requería de sitios específicos con funciones determinadas, sino que, había unidad entre cuerpo (locus-sitio) y mente (cerebro-pensamiento); sin embargo, el surgimiento de las asociaciones protectoras del oficio del saber, sedentariza su transmisión y obliga a la construcción de sitios específicos para impartirlo.

Esta situación llevó a que después del siglo XV se construyeran centros universitarios, para lo cual, como referencia, se tomó la arquitectura medieval, esto es, claustros y palacios, caracterizados por ser construcciones de forma circular y con torres como ámbito de control y vigilancia interior y exterior (Borrero, 1995: 201), arquitectura cerrada, volcada hacia dentro y separada del entorno como expresión de la visión religiosa de la vida y respuesta a la necesidad de defensa del momento. La arquitectura aparece aquí, al igual que a lo largo de toda la existencia humana, como un reflejo del tipo de pensamiento y de la manera cotidiana de vivirlo.

De estas tres características, la primera, la naturaleza unitaria del saber, fue desintegrada por la parcelación que del mismo efectuó la epistemología científica, mientras que las dos restantes, es decir, la supeditación del conocimiento al poder religioso y las características arquitectónicas, siguieron una trayectoria similar pero distinta en contenido. A continuación me aproximaré de forma diferencial a estos tres aspectos, pero en especial a la naturaleza del saber y a sus repercusiones en el hábitat predominante de la modernidad, la ciudad, eje reflexivo de este ensayo.

1.2 Origen de la epistemología científica

La epistemología moderna, entendiendo por epistemología una forma de producir, justificar y utilizar el conocimiento3, contó con múltiples aportes, entre éstos los de Galileo Galilei (1564-1642), Rene Descartes (1596- 1649), Isaac Newton (1642-1727) y Charles Darwin (1802-1882) (Capra, 1992: 12-50) quienes produjeron un conocimiento que removió la estructura de la universidad medieval al plantearse una nueva manera de entender y explicar la vida. Con las explicaciones elaboradas por estos científicos, más posteriores re-interpretaciones, fue configurándose una epistemología denominada por sus forjadores como científica. Dos de los exponentes más importantes de este proceso son:

  • Francis Bacon (1561-1626). En los últimos años de su vida se dedicó a proponer un método para hacer ciencia, caracterizado por:
  • - La descripción matemática de la naturaleza, equivalente al estudio de las propiedades esenciales de los cuerpos materiales, formas, números y movimientos que pudiesen ser medidos o contados; “color”, “sabor”, “olor” quedaban por fuera por ser considerados simples proyecciones mentales.

    - El método empírico de razonamiento, que consiste en extraer una conclusión de carácter general de un experimento y luego confirmarla con otros experimentos.

  • René Descartes (1596- 1649). Formuló los fundamentos de la filosofía moderna, plasmados en el Discurso del método, entre cuyas ideas que soportan la modernidad científica puedo citar:
  • - Se rechaza todo conocimiento probable y se acepta solo aquel sobre el que no quepa ninguna duda porque ha sido perfectamente conocido.

    - Prevalece el análisis, es decir, la división de pensamientos y problemas en cuantas partes sean posible para luego disponerlos según un orden lógico, haciendo del todo o unidad el resultado de la sumatoria de las partes

Descartes estableció la preeminencia de la razón como medio de conocimiento y, por tanto, la dualidad mente-cuerpo, conformando la diferencia disyuntiva entre el “sujeto conocedor y el objeto conocido” propia de la epistemología científica. Ésta logró auge a través de métodos de carácter empírico, positivista, productores de un conocimiento “objetivo”, y por ende limpió de toda subjetividad, cuyos contundentes resultados en la explicación y apropiación de la naturaleza dieron pie a su mecánico traslado a las ciencias sociales.

Este nuevo proceso de generación de conocimiento respaldó el surgimiento del nuevo contrato social, cuyos pilares fueron escritos por quienes conformaron el movimiento de la ilustración4, con el que se erigió el proyecto cultural de la modernidad. Es decir, la proyección de un mundo secularizado, fundado sobre una epistemología científica que justificó y se utilizó tanto para la promoción de nuevos tipos de gobierno como de nuevas interacciones económicas basadas en la libertad de movilidad y de contratación.

Con estos principios fue posible la revolución industrial y, por ende, la producción capitalista, que instauró a la ciencia como la fuente exclusiva del conocimiento y apartó a la filosofía por especulativa y cuestionadora y a la religión5 por fomentar las expresiones irracionales.

Este cambio en la producción de conocimiento impactó diferencialmente a las universidades, primero, a las ubicadas en el llamado Viejo Mundo –Europa– y en segundo lugar, a las universidades de todos aquellos territorios que fueron objeto de colonización. En lo que sigue del documento me referiré al proceso mediante el cual la universidad en Latinoamérica, y específicamente en Colombia, empezó a jugar un papel fundamental en la organización de un “nuevo orden social”, rol que solo sería factible a partir de su modernización, esto es, de la adopción de una epistemología científica que dejará atrás el énfasis curricular escolástico.

2. La universidad latinoamericana: escenario para la masificación de la nueva epistemología

En el siglo XV se descubrió el “Nuevo Mundo”, suceso que fue producto tanto del azar como de la creencia en la redondez de la tierra, expuesta por Copérnico. Descubrimiento producido simultáneamente con la emergencia de una nueva comprensión sobre la vida, la cual permeó diferencialmente las actuaciones de los distintos actores en el denominado Nuevo Mundo.

Pese a esta simultaneidad, la corona española reprodujo en las nuevas tierras el orden administrativo medieval, y para ese efecto se soportó en varias instituciones, entre ellas las universidades, instituciones propuestas como un medio para instruir pero también para controlar y regular las colonias. Esta es la razón que justificó la existencia temprana –siglos XV, XVI, XVII– de las universidades en el continente americano, fundadas en su gran mayoría por órdenes eclesiásticas como los Dominicos, la Compañía de Jesús y algunas creadas directamente por la monarquía.

Esta circunstancia ayuda a entender el rol del sistema universitario en el Nuevo Mundo así como su tendencia a continuar con un currículo confesional, mientras las universidades europeas lo transformaban. Divergencias captadas en los territorios colonizados por los criollos ilustrados, conocedores, en todo caso, de los cambios en la comprensión y fundamentación de la realidad, que si bien les alentó a promover, ejecutar y ganar las contiendas por la independencia, también los llevó a convertir al Viejo Mundo en la fuente del conocimiento.

2.1 La universidad y la consolidación del nuevo orden postindependencia en Colombia

Dado lo anterior, el cambio de las universidades en América Latina empezó después de las revoluciones de independencia, es decir, y para el caso colombiano, después de 1820. Cambio que en Colombia se meció al vaivén de los conflictos entre los liberales y los conservadores, por una parte, los criollos para quienes la independencia y salida de los españoles era tan solo un paso, y consideraban que, por ejemplo, las instituciones coloniales debían desaparecer, entre ellas la enseñanza escolástica de las universidades, y por otra, aquellos criollos que gozaban de privilegios emanados de la estructura colonial y que deseaban prolongarlos.

Estas diferencias de la elite criolla en Colombia favorecieron la dicotomía en las estrategias de modernización, una de cuyas expresiones se encuentra en la proyección dada a la universidad por los conservadores y por los liberales radicales. Los primeros tildaban a la universidad de liberal y atea y pretendían continuar con el currículo de la universidad medieval; los segundos, que representaban una contratendencia a la visión anterior, le indilgaban el deber de vincularse directamente con el pueblo y de tener una actitud crítica, posturas que convirtieron, por ejemplo, a la Universidad Nacional de Colombia, durante el final del siglo XIX, en el blanco de este conflicto, por lo cual se vio mezclada de forma directa en las guerras civiles de final de este siglo.

Este contexto ayuda a entender que las universidades en Colombia durante el lapso en boga de la revolución industrial y su correlato económico, estuvieron afectadas por las pugnas políticas entre estos dos grupos de interés, antagonismo del cual salió victorioso el partido conservador, y con él, las posturas escolásticas sobre la universidad. Circunstancia que contribuyó, a su vez, a minimizar la pronta incidencia de la revolución industrial en la universidad colombiana, y a establecer el particular escenario de la modernidad-modernización en nuestro país.

Sin embargo, con el retorno de los liberales al poder, y más específicamente el gobierno de Alfonso López Pumarejo, se rescató para la universidad la concepción liberal de 1860 de “hacer de la educación el camino para la civilización”, visión que convirtió a la universidad en un sostén de las reformas liberales, inspiradas, a su vez, en los logros de las revoluciones industriales inglesa y estadounidense. Este planteamiento liberal se vio plasmado también en la consigna de civilización o barbarie que, por una parte, explicita el carácter dual de las posturas frente al desarrollo, y por la otra, contribuyó a universalizar la idea de progreso, fundamentada en las discusiones de los filósofos, políticos y economistas del denominado Siglo de las Luces, cuyos supuestos epistemológicos fueron trasladados a los aspectos más vitales de la vida social tal como aparece a continuación:

  • Se estableció la razón como el único medio confiable para generar conocimiento emancipador, lo que significó un ataque directo a la religión como forma de explicar el mundo.
  • La preeminencia de una visión antropocéntrica, en donde la naturaleza se convirtió en algo que debe ser estudiado y apropiado con objetividad científica, con el fin de colocarla al servicio de la comodidad y seguridad humana.
  • La democracia es la única forma de gobierno ideal y medio para cumplir con los ideales de la revolución francesa: igualdad, libertad y fraternidad.
  • La economía es el producto de la maximización de las utilidades individuales reguladas por un gobierno.

Estos y otros aspectos no enunciados, pero propios de la ilustración, apoyaron la conformación de los currículos universitarios en todos los contextos. Su adopción en las universidades de los países independizados, como Colombia, estuvo vinculada a la modernización de su estructura económica y política, para lo cual un primer paso era la profesionalización de la población. Este objetivo fue convertido tanto en un medio como en un fin. Fue un medio porque coadyuvó a consolidar las expectativas de progreso, materializado en los términos crecimiento económico, urbanización e industrialización; y fue un fin porque de esta forma la universidad, como centro del saber, apoyó la masificación de la epistemología científica como cimiento del nuevo orden social. Respecto a esta última idea Arturo Escobar se expresa de la siguiente forma:

La profesionalización fue el proceso mediante el cual el tercer mundo es incorporado a la política del conocimiento especializado y de la ciencia occidental en general. Esto se logra mediante un conjunto de técnicas, estrategias y prácticas disciplinarias que organiza la generación, validación y difusión del conocimiento sobre el desarrollo, incluyendo a las disciplinas académicas, a los métodos de enseñanza de investigación […]

Esta profesionalización se efectuó mediante la proliferación de ciencias y subdisciplinas del desarrollo. La profesionalización también permitió desplazar todos los problemas de los ámbitos políticos y culturales al campo aparentemente más neutral de la ciencia. Ello desembocó en la creación de planes de estudio del desarrollo en muchas de las principales universidades del mundo desarrollado y condicionó la creación o reestructuración de las universidades del Tercer Mundo para adecuarse a las necesidades del desarrollo (Escobar, 1996: 94-96).

El ámbito de materialización de la profesionalización es, por excelencia, la ciudad, pues en tanto es considerada el hábitat moderno, fue consolidada teniendo como respaldo exclusivamente en una racionalidad disciplinar, a través de la ciencia-tecnología, el derecho y la economía, conocimientos que construyeron una ciudad fragmentada ambiental, económica y socialmente.

2.2 La ciudad: materialización de la epistemología científica

La concentración de población en determinados puntos geográficos no es un privilegio de la era moderna de la humanidad6, sin embargo, la aglomeración de un 75% del total de población del planeta en ciudades en menos de 50 años es el producto preciado de la modernidad-modernización y, por tanto, es el patrón de organización7 de los asentamientos humanos en la denominada era moderna.

De esta manera, aproximadamente en los últimos 100 años, la ciudad se convirtió en el lugar de la realización de los sueños individuales y colectivos, gracias a la instauración de un orden fundamentado en la fe en la ciencia y la tecnología, motores del imaginario del progreso infinito, de la productividad sin sombras y de la eficiencia a toda costa, facetas para las cuales debió primar la movilidad y la funcionalidad de los espacios.

Estos aspectos orientaron a principios del siglo XX el rediseño del espacio urbano propio de la Edad Media, que fue emprendido desde el siglo XIX por Napoléon y Haussmann (Barreto, 2001) y que, entrado el siglo XX, Le Corbusier consolidó con los lineamientos consignados en la Carta de Atenas8.

La Carta de Atenas materializa la modernidad-modernización en un territorio9, para este fin cuenta con el aval y soporte de la empresa capitalista y del aparato estatal burocrático, entes reguladores del proceso modernizador que acogieron las directrices transformadoras de la Carta de Atenas para establecer, en un territorio urbano, las acciones económicas y administrativas distintivas del racionalismo propio de la modernización.

Este racionalismo se expresa en los siguientes aspectos: 1) Formación de capital; 2) Movilización de recursos; 3) Desarrollo de fuerzas productivas; 4) Aumento de la productividad del trabajo; 5) Implantación de poderes políticos centralizados; 6) Desarrollo de identidades nacionales. Estos seis aspectos, junto con otros no considerados aquí, son causa y justificación del determinismo funcional propio del urbanismo moderno, una de cuyas principales consecuencias es la sectorización de los lugares, esto es, su separación, hoy los lugares del trabajo son distintos a los lugares de la vivienda, del ocio (deporte, diversiones), entre otros.

Esta perspectiva funcional es factible de aplicar por el urbanismo moderno mediante la: 1) Distribución de los usos del suelo; 2) La reglamentación de la circulación y 3) El manejo diferencial de la renta del suelo. Cada uno de los cuales se constituye por sí mismo en un nicho de conocimiento y de profesionalización.

En este sentido, las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo ayudaron a la consolidación de la época nueva de la modernidad, al convertir la especialización funcional, la movilidad, la estética lineal y simple, y la rentabilidad del suelo en la imagen de ciudad. Todos ellos fueron patrones de organización de un territorio urbano afín con las acciones de progreso, es decir, de desarrollo tan impulsadas por los distintos gobiernos de principios y mediados del siglo XX.

Es bajo estos parámetros que la ciudad responde a un “patrón neutro de procesos de evolución social indiferente del espacio y del tiempo en el cual se dan” (Habermas, 1989: 16, 17 y 24), visión bajo la cual la estructura urbana propuesta por Le Corbusier es válida y pertinente para cualquier contexto.

Esta visión progresista establecida a partir de los tres pilares ya mencionados –crecimiento económico, urbanización e industrialización– fue exportada por Estados Unidos e Inglaterra, países que a finales del siglo XIX y en los primeros veinte años del siglo XX, lograron adelantos tecnológicos significativos y vislumbraron en las naciones independizadas la posibilidad de ampliar sus mercados tanto para la importación de materia prima como para la exportación de bienes manufacturados.

Para lograr esos objetivos, en opinión de Arturo Escobar, Estados Unidos prestó todo su apoyo técnico y financiero traducido desde los años veinte y hasta el presente en las misiones económicas y técnico-científicas, que nos conducirían a un futuro redimido ante la falta de una visión y un discurso propio. Esta orientación ha sido trasmitida y sostenida en gran parte en la enseñanza superior (Escobar, 1996: 51-111), constituida, a su vez, en la estrategia de modernización vía la profesionalización, iniciada en Colombia, como ya se dijo, por el gobierno liberal de López Pumarejo, y alimentada también por la nueva –ese entonces– perspectiva intervencionista del Estado, propuesta por el economista inglés John Maynard Keynes.

Dentro de esta perspectiva intervencionista del rol del Estado, se consolidaron instituciones especializadas en temáticas y contextos particulares10 que fijaron una lógica de gestión fragmentada y sectorialista, una de estas instituciones, la universidad, fue el establecimiento que encontró en la especialización disciplinaria y en la perspectiva antropocéntrica propia de la modernidad, convertida en “comodidad y seguridad”, un detonador para la construcción de su currículo, cuyos límites hoy son elocuentes pues ha generado lo que Morin llama una ciencia sin con-ciencia (Morin, 1984: 27).

3. La inorgánica relación entre universidad y ciudad

Califico de inorgánica la relación universidad-ciudad, porque la universidad ha tenido un papel importante a lo largo de por lo menos 75 años en Colombia, y creo que sucede igual en los demás países latinoamericanos, en el establecimiento de un imaginario de progreso, materializado en el discurso de “industrialización y desarrollo urbano”, convertido contemporáneamente en una propuesta de “ciudad-región” y servicios complementarios, que resolvió problemas pero creó otros, tan graves o más como los que resolvió, tales como la contaminación ambiental; la proliferación de desastres, riesgos industriales y tecno-científicos; y la reproducción ampliada de la pobreza y la violencia.

La universidad no ha sido un ente neutral en la producción de riesgos y paradojas del desarrollo pues, primero, de ella salimos los profesionales que con nuestro saber ayudamos a consolidar en la acción tales imaginarios y, segundo, la universidad, a través de asesorías y consultorías, promueve que se continúe con tal perspectiva (Viviescas, 2004). Por tanto, las universidades no ignoran las ciudades, sino que éstas han sido su laboratorio predilecto.

3.1 Las ciudades universitarias y universidades ciudadanas

Expondré la inorganicidad de esta relación a partir de una descripción, análisis e interpretación de dos de las tipologías constructivas más reconocidas en las universidades contemporáneas. Estas son: las ciudades universitarias y las universidades ciudadanas11 y, también, a partir de la epistemología de orden científico-disciplinario que las mismas recrean y trasmiten y que coadyuvaron a la construcción de una ciudad cuyas restricciones más significativas expondré adelante.

En este orden de ideas y dando curso al primer punto, en 1936 el gobierno liberal de López Pumarejo inició la construcción en Bogotá de la Ciudad Universitaria, como sede de la Universidad Nacional de Colombia, edificada bajo el espejo de una ciudad ideal, con edificios separados y conectados por amplias vías y senderos, que contaría además con los servicios propios del Estado interventor, esto es, residencias, cafeterías, subsidios, recreación, entre otros, que facilitaron el ingreso de estudiantes de clase media y popular y, por ende, nuestra profesionalización.

Sin embargo, y gracias a los proyectos políticos de otros actores de forma simultánea y convergente con el deseo de “desarrollar el país” emergió otro patrón físico para impartir el conocimiento, las denominadas universidades ciudadanas12, que tendrían un modelo de inserción en el territorio urbano completamente distinto al anterior.

En el cuadro que aparece a continuación se describen algunas características arquitectónicas de éstas dos tipologías de centros universitarios, adscritas a su vez a dos grandes categorías denominadas tendencia y contratendencia, en la medida en que éstos dos conceptos permiten clasificar el surgimiento de perspectivas aparentemente distintas, pero que en el fondo responden a una única idea, en este caso la idea de campus universitario, sitio por excelencia de producción del saber en la modernidad.

De igual forma, ambos modelos constructivos comparten la necesidad de edificar grandes infraestructuras que metafóricamente hacen las veces de templos del saber y forjan un efecto frontera propio del urbanismo moderno15, reproduciendo su segregación espacial. Las universidades no ignoran la ciudad, la recrean con una mixtura en donde la diversidad es problemática, y su remedio es la parcelada homogenización, visión que reproduce en la ciudad la concepción urbana del campus universitario, esto es, un campus compuesto por piezas autónomas, autosuficientes, autocentradas, segregadas16, cuya conjunción no produce el sentido orgánico de la unidad de la vida.

3.2 El campus universitario: eje común de las ciudades universitarias y universidades ciudadanas

Con este subtítulo retomo el segundo aspecto relacionado con la inorganicidad de la relación universidadciudad: la epistemología de carácter disciplinar y por ende desintegrado que se imparte en las universidades.

Si bien hay una diferencia entre los dos patrones arquitectónicos de universidades –las ciudades universitarias y las universidades ciudadanas–, la idea de campus universitario, es decir, una infraestructura particular que distinga y simbolice los centros en los cuales se imparte el conocimiento, es común a esas dos formas de universidad. El concepto de campus universitario permite, en este ensayo, expresar las distintas formas en que la arquitectura acogió y materializó en el diseño arquitectónico y urbanístico de las universidades, una epistemología de carácter científico, disciplinario, especializado, altamente funcional, que se refleja en la situación en análisis en la atomización física, administrativa y académica de las diferentes facultades.

Desde esta perspectiva epistemológica las ciudades universitarias y las universidades ciudadanas son dos formas arquitectónicas de concentrar la transmisión del conocimiento en determinados recintos y, por tanto, una expresión más de las falsas dualidades que surgen de una epistemología que al diseccionar y separar para conocer, rompe los vínculos y las relaciones, invisiblizando los procesos. Por ello es pertinente la aseveración efectuada por Sergio Vilar sobre las universidades, citada a continuación:

Las Universidades con la revolución científica y sobre todo con el auge de la revolución industrial se convirtieron en organizaciones pluridisciplinarias, o sea: las facultades ofrecen en espacios limitados todas o casi todas las disciplinas científicas, literarias, filosóficas, artísticas, que a pesar de su proximidad física está acompañada por ignorancias recíprocas y desprecios, por esto la universidad no es más que un conjunto de minifundios dedicados al cultivo de un microsaber que reproduce macroignorancias (Vilar, 1998).

Las universidades han sido el centro de conocimiento reproductor de discursos teóricos-metodológicos surgidos tanto en su seno como por fuera de las mismas. Ellas impulsan, reproducen y sostienen el imaginario de “progreso”, traducido metafóricamente como n+1, es decir, más de algo es mejor, y si es más de lo mismo, mucho mejor; por esta razón la relación inorgánica entre universidad y ciudad tiene unos de sus soportes en la epistemología disciplinar, cuya pretensión de rigurosidad se basa en rasgos como:

  • La objetividad y especialización del conocimiento producido, el cual lamentablemente promueve lógicas de disyunción, cuando nuestros problemas demandan conectar la racionalidad (ciencia), la no racionalidad (fe) y la irracionalidad (la sabiduría de la filosofía)17, conjunción que invita a romper, entre otros aspectos, con la hianza entre alguien que observa y otro que es observado.
  • El carácter antropocéntrico del conocimiento, el cual justifica visiones excluyentes y jerarquizantes entre poblaciones humanas y no humanas, cuando la demanda es por enfoques que acerquen de manera orgánica éstas dos formas vivientes que comparten el mismo ecosistema planetario.
  • c. La reproducción de metarrelatos vigentes que promueven la ciudad como el ámbito de universalización de un orden basado en el progreso físico y mental, sostenido por la hiperespecialización fragmentada del saber que genera falsas dualidades: habitar-habitante; moderno-primitivo; ciudad formal-ciudad informal; legal-ilegal; marginal-central, entre otras.

3.3 Elementos para transformar sinérgicamente la relación universidad-ciudad

Ante las restricciones concretas derivadas de una epistemología centrada en los referentes y no en la relación, son necesarios nuevos enfoques que ubiquen en el justo lugar a un saber que se ha negado a pensarse a sí mismo, y que ha empobrecido enriqueciendo y destruido creando (Morin, 2000: 33), gracias a su fraccionamiento y que debe transformarse para construir una reflexión no sobre la ciudad sino sobre nuestro hábitat con lo que contribuye a superar la falsa dualidad hábitat-habitante.

A continuación presento algunos elementos útiles para alimentar una reflexión que debe ser natural a las universidades y que ya cuenta con incipientes desarrollos:

• La ciudad requiere una lectura no antropocéntrica, es decir, una lectura en donde las poblaciones humanas no ocupen per se un lugar privilegiado. Para ello es necesario reentender la categoría vida, superar las aproximaciones de vida como agregación de partes o como ecosistemas complejos; es oportuno asumir de forma desprevenida que hay un continuum supradimensional en las manifestaciones vivientes y cuya identificación depende, entre otras variables, de las condiciones espacio temporales de las mismas.

Esta aproximación supone concebir las ciudades a partir de los intercambios orgánicos de materia-energía que conforman nichos para la vida con los que se superen los actuales énfasis, por un lado, en la ejecución de obras físicas, y por el otro, en la construcción social de la ciudad.

Cuando la construcción de la ciudad enfatiza en obras, sobresalen más los enfoques objetivista y normativos de la ciudad, propios de visiones epistemológicas positivistas y empiristas fundamentadas en la separación sujeto/objeto (Oquist, 1978; Izquierdo, 2004). Por otra parte, cuando se enfatiza en la construcción social de la ciudad, que supone, entre otros aspectos, la incorporación de la diversidad cultural y la “participación” de los distintos actores, se articula más a enfoques epistemológicos vinculados o al pragmatismo o al materialismo histórico, en tanto, el primero enfatiza en las individualidades, en las subjetividades y el segundo, promueve la contextualidad del problema y la solución, con aproximaciones más colectivas y por lo mismo más intersubjetivas. (Oquist, 1978; Izquierdo, 2004).

En este último sentido, en la perspectiva de la construcción social de la ciudad es común la formulación y ejecución de proyectos y programas que trabajan tipos de discriminación étnicos, de género, etarios, económicos, territoriales, entre otros, pero que adolece de una reflexión acerca del reduccionismo antropocéntrico que cobija el actual pensamiento sobre las ciudades y que, por lo mismo, dicotomiza los conceptos de hábitat y habitante.

Para la emergencia de esta visión no antropocéntrica de la ciudad se requiere:

  1. Transformar el actual currículo universitario de índole exclusivamente disciplinar en uno con una perspectiva que armonice lo disciplinar y lo interdisciplinar con las perspectivas transdisciplinar, para-disciplinar y meta-disciplinar para posibilitar la emergencia de nuevas visiones acerca de lo que denominamos vida, y sobre el carácter de ser natural del humano.
  2. Generar una epistemología omnijetiva, centrada en el campo de relación entre lo objetivo (propio de las ciencias exactas) y lo subjetivo (propio de las ciencias sociales); este campo relacional sería el nicho para repensar lo pensado, para hacer la reflexión sobre los errores de nuestro pensamiento y, a su vez, para levantar las falsas dualidades, de: formal-informal, intervencionista-neoliberal, progreso-atraso, verdad-mentira, entre otras. Dicha epistemología obliga a abandonar el concepto de conocimiento y asumir la noción de cognitividad.

Esta apertura hacia una nueva perspectiva epistemológica debe ser una tarea propia de los centros universitarios, para que más que ser transmisores de un orden en decadencia, se constituyan en el faro que produce nuevas posibilidades, entre éstas un entendimiento más orgánico de la ciudad, en donde el ordenador sea el concepto vida ligado al de hábitat, y no el de infraestructuras. De esta manera se podría entender el territorio como una construcción cognitiva, para lo cual sería posible:

1) incorporar a la lectura funcional y jurisdiccional de la ciudad y la universidad, las condiciones espaciotemporales y territoriales (Izquierdo, 2004; 2) articular la lógica, la estética y la ética en las actuaciones urbanísticas y arquitectónicas; 3) conectar orgánicamente la universidad con la ciudad a partir de la cognitividad que se genera en sus aulas, creando un continuum cognitivo, territorial entre las mismas que supere el cerramiento de todas las instituciones, entre ellas la universidad.

Hasta el momento las universidades producen profesionales con una fuerte tendencia a que ignoremos los efectos de nuestras actuaciones especializadas, a petrificar el conocimiento en un saber adquirido, y a no admitir que la producción de conocimiento implica un constante desplazamiento de fronteras, una aptitud abierta al diálogo desprevenido, a cuestionar y dejarse cuestionar, sin que ello represente una amenaza para nuestra sobrevivencia; por ello es imperativo preguntarse: ¿por qué pensamos como pensamos?, ¿por qué nos negamos a ver reflexivamente el tipo de conocimiento que reproducimos en este momento acerca de las ciudades?


1 Seminario Internacional de Teorías Urbanas “Universidad y Ciudad”, celebrado en la Universidad Nacional, sede Bogotá, del 14 al 17 de septiembre de 2004.

2 Desdiciendo del carácter parcial que hoy tiene el conocimiento impartido en las universidades modernas, principio bajo el cual hay que validar y homologar cuando se piensa realizar estudios en universidades extranjeras e incluso nacionales.

3 Definición tomada de Paul Oquist (1978: 25).

4 Movimiento producido en los siglos XVIII y XIX, del cual participaron múltiples intelectuales de distintos países.

5 Palabra que viene del latín religare.

6 En Roma, Mesopotamia y China existieron ciudades antiguas.

7 El concepto de patrón de asentamiento y organización se entiende como una configuración de relaciones que caracterizan un sistema del que se derivan rasgos básicos, en términos de potencialidades, amenazas y vulnerabilidades. El calificativo de urbano denota que su definición está sustentada en contraposición a lo rural, es decir, atrasado, incomunicado, agrícola, entre otros calificativos, lo que de hecho supone un tipo de patrón de asentamiento distinto.

8 Universidad Central de Venezuela, Seminario de Teorías Urbanas “Universidad-Ciudad”, septiembre 14 al 17 de 2004, Bogotá.

9 Una vez que la revolución industrial se consolidó como régimen productivo dominante, principalmente, en Inglaterra y en Francia, y que sus principales ciudades comenzaron a crecer aceleradamente, el espacio urbano comenzó a cambiar de carácter, adquiriendo paulatinamente la doble finalidad de ordenar la creciente complejidad de actividades urbanas ocasionada por el desarrollo del comercio y la industria y el incremento de población, y a la vez, articular el nuevo tipo de sociabilidad impulsadas por la floreciente burguesía europea del siglo XVIII, la cual, a diferencia de los caracteres fuertemente religiosos de la vida social medieval y campestres de la sociedad cortesana, se estructuró principalmente en torno al ocio recreativo y al consumo urbano.

10 Vale mencionar la creación de ministerios para cada sector: salud, educación, vías y obras públicas, hacienda, entre otros.

11 Conceptos presentados por los profesores Marco Negrón y Frank Marcano en el seminario internacional. “Teorías urbanas: Ciudad y Universidad”, realizado en Bogotá del 14 al 17 de septiembre de 2004.

12 Tanto el término de ciudades universitarias como el de universidades ciudadanas fueron conceptos propuestos por los profesores Marco Negrón y Frank Marcano, para diferenciar dos tipologías constructivas de los centros universitarios, en el contexto del seminario “Teorías urbanas: Universidad y Ciudad”, desarrollado en Bogotá.

13 Tendencia que empezó a cambiar con la introducción de formas de administración correspondientes con un Estado no intervencionista, en donde los sitios de fotocopias, la oferta de residencias, etc., proliferan.

14 Esta última situación fue discutida en el transcurso del seminario “Teorías urbanas: Universidad y Ciudad”, realizado en Colombia en el marco del doctorado en Urbanismo, a propósito del caso de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

15 Nota de la clase de Teorías Urbanas. Profesor Carlos Clemente. Universidad Alcalá de Henares.

16 Seminario de Teorías Urbanas “Universidad y Ciudad”, realizado en Bogotá. La ciudad universitaria de la Universidad Nacional en Bogotá cuenta con 120 edificios disgregados a lo largo de 100 hectáreas.

17 Para un mayor desarrollo sobre este punto ver Geertz, Clifford y otros (1990).


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Moreno Aguilar, R. M. (2011). La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica. Bitácora Urbano Territorial, 18(1), 127–138. https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/22661

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Moreno Aguilar, R. M. La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica. Bitácora Urbano Territorial 2011, 18, 127-138.

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MORENO AGUILAR, R. M. La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica. Bitácora Urbano Territorial, [S. l.], v. 18, n. 1, p. 127–138, 2011. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/22661. Acesso em: 29 mar. 2024.

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Moreno Aguilar, Ruth Miriam. 2011. «La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica». Bitácora Urbano Territorial 18 (1):127-38. https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/22661.

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Moreno Aguilar, R. M. (2011) «La relación universidad-ciudad* una aproximación epistemológica», Bitácora Urbano Territorial, 18(1), pp. 127–138. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/22661 (Accedido: 29 marzo 2024).

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