Publicado

2016-07-01

Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)

The Best Physicians on Earth. The “People of Israel” in Examen de ingenios by Juan Huarte (1575)

DOI:

https://doi.org/10.15446/achsc.v43n2.59070

Palabras clave:

Examen de ingenios, Juan Huarte, medicina, judío, discriminación cultural, censura. (es)
Examen de ingenious, Juan Huarte, medicine, Jew, cultural discrimination, censorship. (en)

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Autores/as

  • Rafael Mandressi Centre National de la Recherche Scientifique

El Examen de ingenios del médico navarro Juan Huarte de San Juan, que conoció una amplísima difusión desde la publicación de su primera edición en Baeza (1575) hasta comienzos del siglo xviii, expone una teoría de las aptitudes basada en el saber médico y en la filosofía natural de raíz aristotélico-galénica. Se trata, así mismo, de un libro político, desde que en función de esa teoría, Huarte propone una clasificación de los individuos según el “ingenio” del que estén naturalmente dotados para el estudio y/o el ejercicio de alguna disciplina en particular. En el capítulo dedicado a la medicina, una extensa argumentación apunta a demostrar la superioridad de los judíos (el “pueblo de Israel”) en lo que respecta a la medicina práctica. Del análisis de ese largo pasaje surge una asociación estrecha no solo entre un “ingenio” natural y una ciencia, como en el resto de los capítulos correspondientes a la parte aplicada del libro, sino además de ambas cosas con un pueblo, definido por ende en virtud de rasgos naturales específicos, inscriptos en el cuerpo, y, por añadidura, transmisibles por vía hereditaria. El modo según el cual Huarte fundamenta la especial aptitud del pueblo judío para la medicina práctica constituye, en el contexto en el que se expresa, un gesto político significativo y robusto.

Examen de ingenious by the physician Juan Huarte de San Juan, which was widely diffused from the publication of the first edition in Baeza (1575) until the beginning of the xviii century, postulates a theory of aptitudes based on medical knowledge and Aristotelean-Galenic natural philosophy. It is also a political book, because from this theory Huarte proposes a classification of individuals by “wit” or talent for which they are naturally equipped for the study or exercise of a specific discipline, In the chapter dedicated to medicine, an extensive argument aims to demonstrate the superiority of the Jewish people, the “people of Israel”, with respect to medicine. An analysis of this long passage yields a close association not only between a natural “talent” and a science, as in the other chapters corresponding to the applied section of the book, but also the association of both with a people and thus hereditarily transmittable. The manner in which Huarte grounds this special aptitude of the Jewish people for the practice of medicine constitutes, in the context it is expressed, a significant and robust political gesture.

https://doi.org/10.15446/achsc.v43n2.59070

Los mejores médicos de la Tierra. El "pueblo de Israel" en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)

The Best Physicians on Earth. The "People of Israel" in Examen de ingenios by Juan Huarte (1575)

Os melhores médicos da Terra. O "povo de Israel" no Examen de ingenios, de Juan Huarte (1575)

RAFAEL MANDRESSI*
Centre National de la Recherche Scientifique
Centre Alexandre Koyré pour l'histoire des sciences et des techniques
París, Francia
* Rafael.Mandressi@cnrs.fr

Artículo de investigación
Recepción: 8 de marzo del 2016. Aprobación: 27 de marzo del 2016.

Cómo citar este artículo
Rafael Mandressi, "Los mejores médicos de la Tierra. El "pueblo de Israel" en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 43.2 (2016): 59-87.


Resumen

El Examen de ingenios del médico navarro Juan Huarte de San Juan, que conoció una amplísima difusión desde la publicación de su primera edición en Baeza (1575) hasta comienzos del siglo XVIII, expone una teoría de las aptitudes basada en el saber médico y en la filosofía natural de raíz aristotélico-galénica. Se trata, así mismo, de un libro político, pues en función de esa teoría Huarte propone una clasificación de los individuos según el "ingenio" del que estén naturalmente dotados para el estudio o el ejercicio de alguna disciplina en particular. En el capítulo dedicado a la medicina, una extensa argumentación apunta a demostrar la superioridad de los judíos, el "pueblo de Israel", en lo que respecta a la medicina práctica. Del análisis de ese largo pasaje surge una asociación estrecha no solo entre un "ingenio" natural y una ciencia, como en el resto de los capítulos correspondientes a la parte aplicada del libro, sino además de ambas cosas con un pueblo, definido por ende en virtud de rasgos naturales específicos, inscriptos en el cuerpo, y, por añadidura, transmisibles por vía hereditaria. El modo según el cual Huarte fundamenta la especial aptitud del pueblo judío para la medicina práctica constituye, en el contexto en el que se expresa, un gesto político significativo y robusto.

Palabras clave: (Autor) Examen de ingenios, Juan Huarte; (Thesaurus) medicina, judío, discriminación cultural, censura.


Abstract

Examen de ingenios by the physician Juan Huarte de San Juan, which was widely diffused from the publication of the first edition in Baeza (1575) until the beginning of the XVIII century, postulates a theory of aptitudes based on medical knowledge and Aristotelean-Galenic natural philosophy. It is also a political book, because from this theory Huarte proposes a classification of individuals by "wit" or talent for which they are naturally equipped for the study or exercise of a specific discipline, In the chapter dedicated to medicine, an extensive argument aims to demonstrate the superiority of the Jewish people, the "people of Israel", with respect to medicine. An analysis of this long passage yields a close association not only between a natural "talent" and a science, as in the other chapters corresponding to the applied section of the book, but also the association of both with a people and thus hereditarily transmittable. The manner in which Huarte grounds this special aptitude of the Jewish people for the practice of medicine constitutes, in the context it is expressed, a significant and robust political gesture.

Keywords: (Author) Examen de ingenios, Juan Huarte; (Thesaurus) medicine, Jew, cultural discrimination, censorship.


Resumo

O Examen de ingenios, do médico navarro Juan Huarte de San Juan, que teve uma difusão ampla desde a publicação de sua primeira edição em Baeza (1575) até o início do século XVIII, expõe uma teoria das aptidões baseadas no saber médico e na filosofia natural de raiz aristotélico-galênica. Além disso, trata-se de um livro político, pois, em função dessa teoria, Huarte propõe uma classificação dos indivíduos segundo o "engenho" que naturalmente possuem para o estudo ou o exercício de alguma disciplina em particular. No capítulo dedicado à medicina, uma extensa argumentação aponta a demostrar a superioridade dos judeus, do "povo de Israel", no que se refere à medicina prática. Da análise dessa longa passagem, surge uma associação estreita não somente entre um "engenho" natural e uma ciência, como no restante dos capítulos correspondentes à parte aplicada do livro, mas também de ambas as coisas com um povo, definido, por consequência, em virtude de traços naturais específicos, inscritos no corpo e, por acréscimo, transmitidos hereditariamente. O modo segundo o qual Huarte fundamenta a especial aptidão do povo judeu para a medicina prática constitui, no contexto no qual se expressa, um gesto político significativo e forte.

Palavras-chave: (Autor) Examen de ingenios, Juan Huarte; (Thesaurus) medicina, judeu, discriminação cultural, censura.


Introducción

En 1575 el impresor Juan Bautista de Montoya, cuyo taller era por entonces el principal de Baeza, en la provincia española de Jaén, publica Examen de ingenios para las sciencias, del médico Juan Huarte de San Juan. En términos cuantitativos, en el último tercio del siglo XVI bastaba con un puñado de títulos para ser el más prolífico impresor de Baeza y, por lo tanto, de la provincia de Jaén; en las cinco décadas que median entre los comienzos de la imprenta en la ciudad y el final del siglo la producción baezana totaliza apenas veintitrés impresos,1 dos de los cuales corresponden a las dos ediciones del Examen de ingenios: la de 1575, edición prínceps, y la subprinceps, de 1594, también publicada por Montoya. Si se considera, en cambio, la fortuna editorial posterior de ese libro, el taller andaluz de Juan Bautista de Montoya, a todas luces relativamente modesto, se convierte en el vientre que parió una de las obras en castellano más insistentemente reeditadas, traducidas y citadas en la Europa moderna.

El Examen de ingenios, en efecto, conoció un éxito probablemente inesperado tanto por su autor como por su impresor. A fines del siglo XVII, esto es en los primeros cien años desde su primera edición, el texto había circulado ya en francés, italiano, inglés, latín y holandés, había conocido 65 ediciones (en Pamplona, Valencia, Huesca y Bilbao, en Lyon, Ruan y París, en Amberes, en Leiden y Ámsterdam, en Venecia y Cremona, en Londres), y llegaría a las ochenta en el siglo siguiente, sin contar los compendios (en Inglaterra en el siglo XVIII, principalmente), las refutaciones,2 ni, menos aún, las referencias a su contenido ni los usos que de él se hicieron en infinidad de otros textos de medicina o filosofía natural, e incluso folletos u opúsculos polémicos.3 El libro primero de la Bibliotheca selecta del jesuita Antonio Possevino (1533-1611), que se inspiraba ya de Huarte en su primera edición (1593), lo hace explícito en la segunda (1603), modificando incluso su título: "De cultura ingeniorum; Quæve cuique disciplinæ sint idonea; Ioannis autem Huartis Examen Ingeniorum expenditur" ("El cultivo de los ingenios, y las disciplinas para las cuales son apropiados; con un estudio del Examen de ingenios de Juan Huarte").4> En 1615, otro jesuita, Antonio Zara (1574-1621), publica a su vez una Anatomia ingeniorum et scientiarum (Anatomía de los ingenios y las ciencias) dividida en cuatro secciones, donde la referencia al Examen de Huarte es también manifiesta, tanto en la estructura como en el contenido del libro.5 En Francia, Charles Sorel († 1674) consagra un capítulo entero de su Perfection de l'homme ("Du vray examen des esprits") a evaluar y discutir las proposiciones de Huarte, del que Pierre Charron (1541-1603) se había ampliamente inspirado en su tratado De la sagesse.6 En 1720, la tercera edición del Dictionnaire historique et critique de Pierre Bayle introduce una entrada "Huarte",7 y en 1752, Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781) dedica al Examen de ingenios su tesis doctoral.8

La enumeración de las lecturas, empleos y trayectorias del libro de Huarte en la Europa de los siglos XVI al XVIII es por cierto más extensa y dendrítica que la reseñada en el párrafo anterior,9 donde se omiten por completo, entre otras, las apropiaciones del Examen de ingenios en el campo literario.10 No es el propósito de este artículo seguir esas pistas, que podrían alimentar por sí solas un estudio de envergadura en materia de historia del libro, las transformaciones materiales y formales de los textos impresos, la geografía de sus circulaciones, su reutilización selectiva y su incorporación a otros textos, las operaciones de producción de sentido que todo ello conlleva. Tampoco se trata aquí de proponer un análisis del Examen de ingenios en su integralidad, sino de enfocar específicamente la tesis de Huarte respecto de la superioridad intrínseca de los judíos en la medicina práctica. Esa tesis y los argumentos en que se sustenta aparecen desarrollados en uno de los capítulos del libro (el número 12 en la edición de 1575, el 14 en la subprinceps de 1594), aunque encuentran su fundamento en el conjunto de elementos de doctrina médico-filosófica que Huarte elabora y expone, sobre todo en el primer tercio del Examen. Habrá, pues, que detenerse en ellos, aún de manera sucinta, así como en el proyecto de naturaleza política del que el texto es expresamente portador.

Una política de las complexiones

Previamente, sin embargo, es menester situar al propio Huarte, que no es ni mucho menos un huérfano historiográfico. Existe sobre él y su obra una abundante literatura, de muy dispar enjundia, mayoritariamente española, y en ocasiones teñida de nacionalismo, en especial hasta los años ochenta del siglo pasado. Una de las mayores debilidades de parte de esa historiografía estriba en el reiterado motivo del precursor, con su inevitable cortejo de anacronismos, a menudo de grueso calibre. Más allá de la historia de la psicología, donde se verifican mayormente las operaciones de celebración retrospectiva de tal tenor,11 los campos de la lingüística, la literatura, la filosofía y la retórica han dado lugar a análisis del Examen de ingenios de muy otro espesor.12 La historia de la medicina, por su parte, atraviesa casi inevitablemente la cuantiosa historiografía huartiana, pero son escasas y tributarias en su mayoría de enfoques asaz internalistas las contribuciones específica y directamente orientadas a enmarcar el texto de Huarte en las coordenadas del saber médico de la primera Edad Moderna.13 Es allí, empero, donde yacen los instrumentos intelectuales que permiten a Huarte desplegar su teoría general sobre los "ingenios", destinada a definir y categorizar las aptitudes de los individuos en función de criterios cuyas bases reposan, expresa e inequívocamente, sobre los principios cardinales de la doctrina galénica.

Juan Huarte es, ante todo y desde el punto de vista de su formación, un médico complutense. Poco después de su nacimiento en San Juan Pie de Puerto, quizá en 1529, su familia emigra a Baeza.14 Allí habría cursado la licenciatura en artes, en el colegio de la Santísima Trinidad, dirigido por Juan de Ávila (1500-1569), y en 1552 se traslada a Alcalá donde efectúa sus estudios de medicina, con maestros como el "divino" Francisco Vallés (1524-1592), futuro médico de cámara de Felipe II y protomédico general de Castilla, y obtiene su doctorado el 31 de diciembre de 1559. Título en mano, ejerce durante algunos años en Tarancón, no lejos de Alcalá, hasta que en 1566 regresa a Baeza, donde renta un batán (un taller con una máquina hidráulica para desengrasar los tejidos de lana) que le asegurará lo esencial de su sustento durante el resto de su vida. También ejerce la medicina, hasta que, en 1571, el Concejo de Baeza lo designa como médico de la ciudad. Dos años más tarde se convierte en médico oficial del Colegio catedralicio de Baeza, que cancela su contrato por haberse ausentado sin previo aviso en mayo de 1574. Para esa fecha la redacción del Examen de ingenios ya debía estar por lo menos muy avanzada, puesto que la ausencia de Huarte respondía a las gestiones que realizaba en ese momento en Madrid para obtener las licencias de impresión de parte de los concejos de Castilla y Aragón. Perdido el empleo, consiguió en cambio las licencias, el 25 de abril de 1574 y el 25 de agosto de 1575, respectivamente. En setiembre de 1574 se firma el contrato con el impresor Juan Bautista de Montoya, del cual se desprende que la financiación de la edición corrió por cuenta del propio Huarte. Hacia fines de 1575, el mismo año en que se publica el Examen, Huarte acepta una oferta del Concejo de Sigüenza que pretende contratarlo como médico de la ciudad. Allí se instala en enero de 1576, donde asume la cátedra de medicina en el colegio-universidad de San Antonio de Porta Cœli. Ambos empleos duran apenas unos meses: en septiembre el concejo revoca su contrato, y en noviembre las actas de la universidad dan cuenta de que Huarte ha dejado ya la ciudad. Se afinca en Linares, no lejos de Baeza, donde muere en el invierno de 1588-1589.

Entretanto, el Examen de ingenios había sido reeditado cuatro veces en España (Pamplona, Valencia, Bilbao, Huesca), y otras tantas en el extranjero (Lyon, Cremona y dos veces en Venecia). También había sido objeto de una censura inquisitorial: en 1581 el Examen es añadido al índice de libros prohibidos en el reino de Portugal, y otro tanto ocurre en 1584 en el reino de España, lo que impide la salida de nuevas ediciones de las prensas ibéricas. Dos ediciones castellanas se imprimen, no obstante, en los Países Bajos (Leiden y Amberes, en 1591 y 1593), hasta la publicación, en Baeza y por Montoya nuevamente, de la edición corregida y ampliada, la subprinceps de 1594. No está claro el motivo de lo tardío de esta nueva edición respecto de la muerte de Juan Huarte, por lo tanto es posible especular acerca de quién o quiénes pudieron tal vez intervenir en su preparación. Lo cierto es que los quince capítulos de la edición prínceps se convirtieron en veintidós en la de 1594: el capítulo 7 de la edición de 1575, íntegramente condenado por la Inquisición, desaparece en la subprinceps, y el largo capítulo 15, el último de la primera edición, se convierte en cinco capítulos distintos (18 al 22). A su vez, tres capítulos nuevos (1, 2 y 5) hacen su aparición en 1594, donde se desarrolla, en particular, la noción de "ingenio" (capítulo 1). El capítulo que nos interesa aquí no sufre en cambio alteración alguna en su contenido; apenas si pasa de ser el duodécimo al decimocuarto. El análisis que sigue y las citas correspondientes se basan, pues, en la edición prínceps (la gran mayoría de las traducciones fueron hechas a partir de ella, por lo demás), si bien la historia de ese libro debe necesariamente integrar también la edición enmendada y aumentada.

El Examen de ingenios, dedicado a Felipe II, es un libro político. No por la mera presencia de esa dedicatoria al rey, sino por lo que la misma expresa como objetivo. Se trata, para Huarte, de proponer una teoría de las aptitudes. Esto es, un sistema médico-filosófico capaz de determinar, en cada individuo, las características que lo hacen naturalmente apto para el estudio y cultivo de alguna "ciencia" en particular. Así lo resume Huarte en el proemio al lector, estableciendo tres "conclusiones muy verdaderas" que estima, por lo demás, "dignas de grande admiración": la primera es "que de muchas differencias de ingenio que ay en la especie humana, sola una te puede (con eminencia) caber"; la segunda, "que a cada differencia de ingenio le responde (con eminencia) sola una sciencia y no mas; de tal condicion, que si no aciertas a elegir, la que responde a tu habilidad natural, ternas de las otras gran remission, aun que trabajes dias, y noches"; la tercera,

que despues de aver entendido, qual es la sciencia que a tu ingenio mas le responde, te queda otra difficultad mayor por averiguar, y es, si tu habilidad es mas acommodada a la pratica, que a la theorica. Por que estas dos partes (en cualquier genero de letras que sea) son tan opuestas entre si, y piden tan differentes ingenios, que la una a la otra se remiten, como si fuessen verdaderos contrarios.15

De ahí que pueda imaginarse una clasificación de los súbditos de Felipe II en función de sus "ingenios para las ciencias", para lo cual Huarte propugna la creación de "diputados en la Republica, [...] que en la tierna edad descubriessen a cada uno su ingenio, haziendole estudiar por fuerça la sciencia que le convenia, y no dejarlo a su election".16 He ahí una política capaz de evitar el "daño" que un estudiante podría causar en la república "usando su arte mal sabida". A falta de "esta diligencia", que las "Achademias" del reino ignoran,

han destruydo la christiana Religion los que no tenían ingenio para Theologia, y echan a perder la salud de los hombres, los que son inabiles para medicina; y la jurispericia, no tiene la perfection que pudiera por no saber a que potencia racional pertenece el uso, y buena interpretacion de las leyes.17

La crítica se dirige pues, principalmente, a las universidades, en este caso a través de las falencias que Huarte adjudica a las tres facultades superiores.18 Así que tres capítulos del libro están consagrados al análisis de los ingenios apropiados para cada una de esas materias, consideradas en sus vertientes teórica y práctica: el décimo a la teología (y "el predicar, que es su practica"), el undécimo a la "teorica de las leyes" y a la práctica del "abogar y juzgar", el duodécimo a ambas facetas de la medicina. A esos capítulos se suman otros tres, referidos a la "elocuencia y hablar" (noveno), al arte militar (decimotercero) y al "officio de Rey" (decimocuarto).

Estos seis capítulos conforman, junto con el decimoquinto y último, "donde se trae la manera, como los padres han de engendrar los hijos sabios, y del ingenio que requieren las letras" (un "capítulo notable", según advierte el propio Huarte) la parte que podría calificarse como aplicada del Examen de ingenios. Los siete primeros capítulos, en cambio, exponen las bases doctrinales sobre las que se asienta su teoría, al tiempo que el octavo ofrece una sistematización que ordena las diferentes "ciencias" y las clasifica de acuerdo con los tipos de "ingenio" a que cada una de ellas corresponde. Desde el punto de vista doctrinal, nada hay de significativamente original en el Examen de ingenios, donde Huarte moviliza los conceptos de más amplia aceptación y circulación en la medicina y la filosofía natural resultantes de una síntesis aristotélico-galénica larga y, a veces, engorrosamente elaborada en la Europa latina desde la baja Edad Media.19 En ese marco, la noción central es la de complexión o temperamento, que designa una combinación particular, e idiosincrásica, de las cuatro cualidades primordiales: calor, frío, humedad y sequedad. La complexión, que no solo es específica de cada individuo sino también de cada órgano, varía por otra parte según la edad, las estaciones del año, el sexo, y su determinación constituye el primer y principal ejercicio en la práctica diagnóstica.20 A ello se añade en Huarte, puesto que de "ingenios" se trata, una localización corporal privilegiada: el cerebro.21 Tampoco aquí hay que buscar innovaciones de talla. El médico navarro pone en juego la doctrina de las "facultades" o "potencias" (sentido común, imaginación, entendimiento, memoria), de muy extendida aceptación, que sitúa cada una de estas facultades en alguna de las cavidades cerebrales y estipula las propiedades y funciones de cada una de ellas en los procesos cognitivos.22 Huarte introduce en este esquema solo una variante de relativa importancia, emplazando todas las facultades juntas en las tres primeras cavidades, asignando a la cuarta el papel de producción de los "espíritus animales", vectores de la acción del alma racional.

Si hay originalidad en el Examen de ingenios, la principal estriba en el uso que Huarte hace de estos materiales teóricos, poniéndolos al servicio de su programa de catalogación de las aptitudes. Dicho de otro modo, la originalidad reside más en el proyecto que en los elementos médico-filosóficos que le dan soporte. Dicho esto, no debe pasarse por alto otro aspecto que ha sido, con razón, abundantemente subrayado, se trata de la impronta fuertemente naturalista de la antropología de Huarte.23 Ese naturalismo, cuyo gesto inicial consiste en definir a la naturaleza asimilándola sin más a la complexión ("naturaleza no es otra cosa que el temperamento de las quatro calidades primeras")24 implica consecuencias teológicamente espinosas en el plano de las relaciones entre el cuerpo y el alma racional, ya que afirma un vínculo de la supeditación de las operaciones del entendimiento a la conformación corporal. Huarte intenta sortear el obstáculo en el capítulo séptimo, "donde se muestra que aunque el anima racional, ha menester el temperamento de las quatro calidades primeras, assi para estar en el cuerpo como para discurrir y raciocinar, que no por ello se infiere que es corruptible y mortal".25 Precaución inútil a la postre, ya que no logró evitar la reprobación inquisitorial, que condenó en particular ese capítulo, censurándolo en su totalidad.26

Geografía de los ingenios

Como fue dicho, es en el capítulo octavo del Examen de ingenios donde Huarte recoge los principios de doctrina expuestos con anterioridad y proporciona, basándose en ellos, una clasificación de las ciencias en función del ingenio adecuado al cultivo de cada una de ellas: "se da a cada differencia de ingenio, la sciencia que le responde en particular; y se le quita la que le es repugnante y contraria".27 La operación clasificatoria da lugar a tres categorías, definidas por la preeminencia de una u otra de tres facultades: imaginación, entendimiento y memoria, asociadas a su vez con tres de las cualidades primarias: el calor, la sequedad y la humedad, respectivamente. La frialdad, según Huarte, era "inutil para todas las obras del anima racional". Así,

las artes y ciencias que se alcançan con la memoria, son las siguientes: Grammatica, latin, y cualquier otra lengua; la Theorica de la jurispericia; Theologia positiva, cosmographia y Arithmetica. Las que pertenecen al entendimiento son: Theologia escolástica, la teórica de la medicina; la Dialectica, la Philosophia natural y moral; la práctica de la Jurispericia, que llaman abogacia. De la buena ymaginativa nascen todas las artes y sciencias, que consisten en figura, correspondencia, armonia, y proporcion; estas son: poesia, eloquencia, musica, saber predicar, la practica de la medicina, mathematicas, astrologia; governar una republica, el arte militar, pintar, traçar, escrevir, leer, ser un hombre gracioso, apodador, polido, agudo in agilibus; y todos los ingenios, y machinamientos que fingen los artifices; y tambien una gracia de la qual se admira el vulgo, que es dictar a cuatro escribientes juntos materias diversas; y salir todas muy bien ordenadas.28

Una vez planteado este sistema de correspondencias, se puede hilar aún más fino, incorporando los grados de calor, sequedad y humedad que determinan "diferencias" de imaginación, entendimiento y memoria, con lo cual el abanico combinatorio se abre virtualmente al infinito para dar cabida a tantos ingenios como ciencias se quiera analizar desde ese ángulo. La vía queda así expedita para pasar, ahora sí, al examen de cada una de esas ciencias, subdivididas a su vez en sus vertientes teórica y práctica, y llegar, en última instancia, a los consejos sobre el régimen de vida que permita favorecer el desarrollo de los ingenios apropiados. Esos consejos tienen, no obstante, sus límites, puesto que la complexión no puede gobernarse por entero. Existe una dosis irreductible de determinismo, aunque la misma provenga, en parte, de la contingencia. Paradoja aparente, que se resuelve al tener en cuenta el papel decisivo que juega "la region que habitan los hombres". En efecto, si las "costumbres de el anima siguen el temperamento del cuerpo donde esta", el calor, la frialdad, la humedad y la sequedad del territorio o país donde se vive, así como los "manjares" que se comen, las aguas que se beben y el aire que se respira hacen "la diferencia de las naciones, assi en la compostura de el cuerpo, como en las condiciones de el anima".29 Cada ciencia, en suma, supone un desequilibrio determinado en las cualidades primarias, un predominio de alguna de ellas por sobre las otras, una discrasia que favorezca el desarrollo de un ingenio en detrimento de otros posibles, y solo puede nacer en una región determinada del mundo. El ingenio implica tanto el refuerzo de una potencialidad como el debilitamiento de otra, es el resultado de la destemplanza y es, por lo tanto, excluyente. El talento, la aptitud, dependen de la acentuación, del desplazamiento de la complexión hacia uno u otro de sus extremos, ello tiene en el entorno físico, geográfico, una de sus causas sobresalientes.

Egipto: he ahí un país, una región, un lugar propicio para el desarrollo de ciertos ingenios y, por consiguiente, de ciertas ciencias, particularmente las que dependen de la imaginación o potencia imaginativa. De hecho, "todas las sciencias que pertenescen a la ymaginativa todas se inventaron en Egipto: como son Mathematicas, Astrologia, Arismetica [sic], prespectiva [sic], judiciaria y otras assi".30 Huarte trae a colación esta peculiaridad egipcia en el primer tramo de su exposición sobre la medicina práctica, que se extiende a lo largo de cuarenta y nueve folios. Antes, en el mismo capítulo, le ha dedicado apenas nueve a la medicina teórica, que depende en parte de la memoria y en parte del entendimiento. La práctica, en cambio, depende de la imaginativa, que guarda con el entendimiento una relación de "repugnancia", de tal manera que "por maravilla se halla medico, que sea gran theorico, y practico; ni al revés, gran practico, y que sepa mucha theorica".31 Resta sin embargo una dificultad por resolver, desde que existen muchas "diferencias" de imaginativa, y se trata por lo tanto de especificar cuál de ellas corresponde a la práctica de la medicina. Huarte confiesa que dilucidar esta cuestión le ha dado "mas trabajo y fatiga de espiritu, que todas las demas" y que, aún así, no ha podido todavía darle a esa "diferencia" de imaginativa "el nombre que ha de tener". Sí está claro, empero, que nace de un grado menos de calor que aquella "con que se hazen versos y coplas", y que "es mala de hallar en España". En efecto, los "moradores desta region", según ha probado ya, "carescen de memoria, y de ymaginativa, y tienen buen entendimiento". Tampoco vale nada para la medicina la imaginativa de quienes habitan "debaxo el septentrion", ya que es "muy tarda y remissa", y es buena únicamente "para hazer Relojes, pinturas, alfileres, y otras bugerias impertinentes al servicio de el hombre". Solo hay una región en el mundo, en definitiva, "que engendra en sus moradores, esta differencia de imaginativa": Egipto.32

Llegado a este punto, Huarte ingresa en el terreno de la prueba, necesitado de demostrar la verdad de tal afirmación, e introduce el argumento que considera más convincente al respecto. A primera vista, poco tiene que ver con Egipto:

estando Francisco de Valoys rey de Francia, molestado de una prolixa enfermedad, y viendo que los medicos de su casa y corte, no le davan remedio, dezia todas las vezes que le crescia la calentura, que no era posible, que los medicos Christianos supiessen curar, ni dellos esperava jamas remedio. Y assi una vez con despecho, de verse todavia con calentura, mando despachar un correo a España, pidiendo al Emperador nuestro señor, le embiasse un medico judio, el mejor que uviesse en su corte, del qual tenia entendido que le daria remedio a su enfermedad (si en el arte lo avia).

Si bien el pedido de Francisco I fue recibido con sorna en la corte española, Carlos V ordenó, sigue narrando Huarte, que le buscasen un médico semejante, aun fuera del reino. La búsqueda resultó infructuosa, sin embargo, y el emperador decidió entonces enviar a Francia a un médico cristiano nuevo, "pareciéndole que con esto, cumpliria con el antojo del Rey". No fue así. Francisco I no tardó en descubrir que el médico que se le enviaba no era realmente judío. En un "coloquio entre ambos, muy gracioso", el rey,

con la opinion que tenia del medico, que era judio, le pregunto (por via de entretenimiento) Si estava ya cansado de esperar el Mexias prometido en la ley; (Medico) señor yo no espero al Mexias prometido en la ley judaica. (Rey) muy cuerdo soys en esso; por que las señales que estavan anotadas en la escriptura divina, para conocer su venida son ya cumplidas muchos dias a (Medico) ese numero de dias, tenemos los christianos bien contados; porque haze oy, mill y quinientos y quarenta y dos años que vino, y estuvo en el mundo treinta y tres, y en fin dellos murio crucificado, y al tercero dia resuscito, y después subio a los Cielos, donde aora esta, (Rey) luego vos christiano soys; (Medico) señor si, por la gracia de Dios, (Rey) pues bolveos en ora buena a vuestra tierra: por que médicos christianos sobrados tengo en mi casa y corte; por judio lo avia yo: los quales en mi opinion son los que tienen habilidad natural para curar. Y assi lo despidio, sin quererle dar el pulso, ni que viesse la urina, ni le hablasse palabra tocante a su enfermedad. Y luego embio a Constantinopla, por un judio; y con sola leche de borricas le curo.33

El pueblo de Israel

El episodio, cuya narración funge más como digresión que como argumento propiamente dicho, permite a Huarte realizar varias operaciones a la vez: poner en boca de Francisco I una afirmación con la que acto seguido declara estar de acuerdo (los médicos judíos son "los que tienen habilidad natural para curar"), disponer de una referencia en el texto a la cual remitir regularmente a lo largo del resto del capítulo, y regresar a Egipto, a través de la historia del "pueblo de Ysrael", para dar cumplimiento a la demostración prometida de que en esa región del mundo se engendran los ingenios con la imaginativa idónea para el ejercicio de la medicina. Solo que el propósito central de Huarte se desplaza (esa es también una función del relato acerca de Francisco I): ya no se trata de probar las virtudes de Egipto como tierra engendradora de buenos médicos prácticos, sino las de los judíos en tanto tales. Huarte se aboca a ello a lo largo de treinta y dos folios, más de la mitad de todo el capítulo sobre la medicina, sirviéndose del Antiguo testamento y de la autoridad de Aristóteles y Galeno:

si yo provare ahora que el pueblo de Ysrael estuvo de asiento muchos años en Egipto, y que saliendo del comio y bevio, las aguas y manjares, que son apropiados para hazer esta differencia de ymaginativa, avremos hecho demostracion, de la opinión del Rey de Francia.34

De acuerdo con la "letra" de la Escritura, el pueblo de Israel estuvo en Egipto, efectivamente, cuatrocientos treinta años. No obstante, una glosa declara que estos años corresponden a todo el tiempo que dicho pueblo "anduvo peregrinando hasta tener tierra propia", y que su permanencia en Egipto duró en realidad doscientos diez años. Aún así, ese tiempo fue suficiente, asegura Huarte, para que a los judíos se les "pegasen las calidades de Egipto"; por añadidura, los años que estuvieron fuera de esa región no fueron "tiempo perdido para lo que toca al ingenio", ya que "los que viven en servidumbre, en tristeza, en afliction y tierras agenas, engendran mucha colera requemada,35 por no tener libertad de hablar, ni vengarse de sus injurias; y este humor (estando tostado) es el instrumento de la astucia, solercia, y malicia". Salido de Egipto, el pueblo de Israel pasó cuarenta años en el desierto, y es "cosa muy averiguada, assi en buena philosophia natural, como en experiencia, que las regiones esteriles y muy flacas, no paniegas, ni abundosas en fructificar, crian hombres de ingenio muy agudo".36 Por lo demás, importa saber qué "manjares" comió ese pueblo en el desierto, qué aguas bebió, y qué "templanza tenia el ayre por donde anduvo". En cuanto a lo primero, se alimentó con el maná enviado por dios, "un manjar tan delicado y sabroso qual jamas comieron hombres en el mundo".37 Huarte proporciona a continuación, a lo largo de más de cuatro folios, una descripción del maná, de su formación y de sus propiedades, entre otras su complexión, "que dizen los medicos, que es caliente, y de partes subtiles y muy delicadas".38

El agua que los judíos bebían en el desierto era a su vez "tal qual ellos la pedian; y si no la hallavan tal, mostraba Dios a Moysen [sic] un madero de tan divina virtud, que echándolo en las aguas gruessas y salobres, las bolvia delicadas, y de buen sabor". Al igual que el maná, esas aguas "no podian dexar de convertirseles en cólera", dado que sus estómagos tenían poca resistencia, acostumbrados como habían estado en Egipto a beber aguas "gruessas y salobres" que debían ser hervidas previamente (aquí la fuente es Galeno) por ser "malas y corrompidas". Resta el aire del desierto, "que era tambien subtil y delicado; por que andando por sierras, y lugares sin poblacion cada momento les occurria fresco, limpio, y sin ninguna corrupcion, por no hazer assiento en ningun lugar". Por lo demás,

tenianle siempre templado; por que de dia se ponia delante del Sol una nuve, que no le dexava calentar demasiadamente; y ala noche, una coluna [sic] de fuego, que lo templava. Y gozar de un ayre desta manera, dize Aristoteles que haze abivar mucho el ingenio.39

En síntesis, solo cabe imaginar qué "simiente tan delicada y tostada, harian los varones de este pueblo, comiendo un alimento como el Manna, y beviendo las aguas que hemos dicho, y respirando un ayre tan apurado y limpio"; del mismo modo, se considerará qué "sangre Menstrua tan subtil y delicada, harian los Hebreos, y acordemonos de lo que dixo Aristoteles que siendo la sangre menstrua, sutil y delicada, el muchacho que della se engendrare, será después hombre de muy agudo ingenio".40 Todo ello se transmite, por añadidura, de manera que todos los hijos y descendientes de los hebreos "salieron agudos, y de grande ingenio, para las cosas deste siglo". Por si todo esto no bastara, después del periodo en el desierto y ya "en tierra de promission", hubieron de soportar "tantos trabajos, hambres, cercos de enemigos, subjeciones, servidumbres, y malos tractamientos, que aunque no uvieran sacado de Egipto, y del desierto, aquel temperamento caliente y seco, y retostado" lo habrían adquirido a raíz de esa "mala vida", porque "la continua tristeza y vexacion, haze juntar los espiritus vitales,41 y sangre arterial en el celebro, en el higado, y coraçon; y estando alli (unos sobre otros) se vienen a tostar y requemar".42

Hasta aquí la historia del pueblo de Israel, que autoriza, en el razonamiento de Huarte, ciertas conclusiones. Conclusiones históricas, precisamente, válidas tal vez para épocas muy alejadas en el tiempo, pero que dejan pendiente una "difficultad muy grande" para la tesis que el médico español se propone demostrar, que es la de la vigencia, dos mil años después, de ese ingenio para la medicina práctica que adornaría, según él (y Francisco I), a los judíos. Si

los hijos, o nietos, de los que estuvieron en Egipto, y gozaron del Manna, y de las aguas, y ayres delicados del desierto, se eligieran para medicos, paresce que la opinion del rey Francisco, tenia alguna provabilidad, por las razones que hemos dicho; pero que sus decendientes ayan conservado hasta el dia de oy, aquellas disposiciones del Manna, del agua, de los ayres, de las afflictiones y trabajos, que sus antepassados padescieron en el captiverio de Babilonia, es cosa que no se puede entender; por que si en cuatrocientos y treinta años que estuvo el pueblo de Ysrael en Egipto, y quarenta en el desierto, pudo su simiente adquirir aquellas disposiciones de habilidad, mejor se pudieron perder y con mayor facilidad, en dos mil años que ha la salida del desierto; mayormente venidos a España (region tan contraria de Egipto) y donde han comido manjares differentes, y bevido aguas de no tan buen temperamento, y substancia, como allí.43

En filosofía natural, alega Huarte, esa "duda" se resuelve fácilmente: hay "accidentes que se introduzen en un momento, y duran toda la vida en el subjeto, sin poderse corromper"; otros tardan en desaparecer tanto tiempo como fue necesario para engendrarlos, y a veces incluso más, "conforme ala actividad del agente, y la disposicion del que padesce". De modo tal que

bien pudo ser, que en cuatrocientos y treinta años, que estuvo el pueblo de Ysrael en Egipto, y quarenta en el desierto, y sessenta en el captiverio de Babilonia, que fuesse menester mas de tres mill años, para que la simiente de Abraham, acabasse de perder las disposiciones de ingenio, que hizo el Manna".44

Tras despejar algunas otras "dudas" de filosofía natural y de medicina, que contribuyen a consolidar la explicación de la permanencia del ingenio del pueblo de Israel a través del tiempo, Huarte arriesga, por último, un paralelismo: "finjamos, que como Dios saco de Egipto los [sic] doze Tribus de Ysrael, sacara doze negros, y doze negras de Ethiopia, y los truxera a nuestra región"; ¿cuántos años harían falta, se pregunta, para que "estos negros, y sus decendientes, vinieran a perder el color, no mezclándose con los blancos"? Muchos, sin duda, y para comprobarlo se puede también comparar con los gitanos, que después de más de dos siglos de haber llegado a España, "no han podido perder sus decendientes la delicadeza de ingenio y solercia, que sacaron sus padres de Egipto, ni el color tostado". Es muy grande, en suma,

la fuerça de la simiente humana, quando recibe en si alguna calidad bien arraygada", y del mismo modo "que los negros, comunican en España el color a sus decendientes, por la simiente (sin estar en Etiopia) assi el pueblo de Ysrael, (viniendo tambien a ella) puede comunicar a sus decendientes, el [sic] agudeza de ingenio, sin estar en Egipto, ni comer del Manna".45

Es cierto, sin embargo, que los judíos no son ya "tan agudos, y solertes, como mill años atrás": desde que dejaron de comer el maná, sus descendientes han ido perdiendo poco a poco ese ingenio "por usar de contrarios manjares, y estar en region differente de Egipto, y no bever aguas tan delicadas", así como también por "averse mezclado con los que descienden de la Gentilidad". No puede negarse, empero, que "aun no lo han acabado de perder".46 El rey Francisco I tenía razón.

Médicos por naturaleza

La reputación de los médicos judíos, firmemente establecida en Europa desde la Edad Media, no se debe, por cierto, al Examen de ingenios. Antes bien, Huarte no hace sino desarrollar un conjunto de argumentos tendientes a reafirmarla y, por su intermedio, a dar consistencia a su teoría de las aptitudes, dotando de doctrina, por así decir, a una idea preexistente. En otras palabras, más que instaurar, Huarte explica, funda y otorga espesor letrado a una condición generalmente admitida en los hechos, aunque no se la explicite teóricamente. Es en esa explicitud y, más aún, en el armazón teórico desplegado por Huarte, donde residen el interés y la fuerza de su propuesta. En primer lugar, porque se trata, efectivamente, de una propuesta: el análisis del ingenio acorde con el ejercicio de la medicina práctica se enmarca en el propósito general del libro que, como fue dicho, apunta a suscitar una acción política. Las consideraciones sobre la aptitud de los judíos no agotan su pertinencia en la esfera de una demostración especulativa, por más cuidadosamente fundada que esté; al examinar esa aptitud, advierte Huarte, "sabremos de camino, que ingenios de hombres se han de escoger en España, para la medicina".47 Queda, pues, dicho, incluso ante el rey a quien va dirigido el Examen. La recomendación, en materia de medicina práctica, es promover a quienes poseen el ingenio correspondiente, que les es propio y que, como se subraya en el texto, no abunda en España: los descendientes del pueblo de Israel. Se trata, en el contexto donde se expresa, de un gesto político robusto.

Por otra parte, importa recalcar nuevamente el naturalismo de la teoría de Huarte. Aplicado al "pueblo de Israel", en aras de explicar el grado de imaginativa que caracteriza a sus integrantes, se define en esos términos a todo un colectivo, que resulta así "naturalizado" en tanto tal. La historia y la geografía concurrieron, de acuerdo con la narración de Huarte, a inscribir en el propio cuerpo de los judíos, en sus funciones y sus propiedades, una especificidad que, si bien nace de un conjunto de "accidentes", se ha perpetuado. Más aún, se transmite de generación en generación, y solo mengua, lentamente, en virtud del cambio en las condiciones de vida y de alimentación, así como de la mezcla con los descendientes de "la gentilidad". Subyace en esto, en razón precisamente del sólido naturalismo de la teoría de Huarte, una suerte de higiene del ingenio que implica el mantenimiento de la pureza del pueblo judío, so pena de diluir su especial aptitud. De todo ello resulta, en este caso, una asociación que, a diferencia de otras ciencias examinadas en el libro, ya no es doble (ingenio-ciencia), sino triple: ingenio, ciencia, pueblo.48

La referencia de Huarte a los negros como argumento comparativo refuerza no solo la "naturalización" de los judíos sino la de los propios negros. Respecto de estos últimos no hay, en el Examen de ingenios, un desarrollo específico como el que se ofrece a propósito del "pueblo de Israel", pero la comparación asume implícitamente que, al igual que para los judíos, los "accidentes" (el de la "negritud", en el caso de los negros),49 afincándose en rasgos corporales transmisibles por vía hereditaria, definen fronteras humanas que necesariamente habrán de tener una traducción social y política. De tal modo que, más allá de la cuestión de los "ingenios", el libro del médico navarro brinda fundamentos, aunque no sea más que en términos de principios teóricos, para una clasificación funcional a la organización estamental de las sociedades de Antiguo Régimen, incluidos, por cierto, sus contextos coloniales.

Volvamos, por último, al propio Huarte. Siendo médico puede, razonablemente, pensarse que en el capítulo sobre la medicina habla también de sí mismo. Queda abierta, en ese sentido, la pregunta acerca de sus lazos con el "pueblo de Israel". Nada permite afirmar que los haya habido. Nada permite tampoco descartar por completo esa hipótesis. Es sabido que Huarte frecuentó, en Baeza, círculos erasmistas y que sus años allí coincidieron con la expansión del "iluminismo" en el colegio-universidad protegido entonces por Juan de Ávila, sacerdote de ascendencia judeoconversa.50 No hay indicios, en cambio, de que Huarte haya sido un cristiano nuevo, ni los hay tampoco en sus orígenes familiares. De hecho, el único indicio, si puede considerársele como tal, es precisamente su defensa e ilustración de los médicos judíos, quizá sorprendente si no se tratase de un tácito alegato pro domo. A falta de elementos capaces de despejar esta incógnita, más allá de las conjeturas que en un sentido y otro han sido hechas, solo puede dejarse en suspenso la cuestión de saber si Juan Huarte formaba parte, de alguna manera, del pueblo que daba, según el Examen de ingenios, los mejores médicos de la Tierra.


Notas

1 José Luis Herrera Morillas, "Los impresos publicados en Jaén del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español. Parte I: siglos XVI al XVIII", Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios 98-99 (2010): 187-212.
2 La del médico normando Jourdain Guibelet, entre otras: Examen de l'Examen des esprits (París: viuda de Jean de Heuqueville y Louys de Heuqueville, 1631).
3 Huarte se convirtió, por ejemplo, en una de las autoridades casi sistemáticamente invocadas en la considerable cantidad de impresos a que dieron lugar los debates en torno a los casos de posesión demoníaca en Francia a lo largo del siglo XVII. Ver al respecto Rafael Mandressi, "Les Médecins et le diable: expertises médicales dans les cas de possession démoniaque en France au XVIIe siècle", Chrétiens et Sociétés 13 (2006): 35-70.
4 Antonio Possevino, Bibliotheca selecta qua agitur de ratione studiorum in historia, in disciplinis, in salute omnium procuranda (Roma: ex typographia Apostolica Vaticana, 1593); Antonio Possevino, Bibliotheca selecta de ratione studiorum, ad disciplinas, & ad Salutem omnium gentium procurandam. Recognita novissime ab eodem, et aucta, & in duos Tomos distributa (Venecia: Altobello Salicato, 1603). De hecho, Possevino había adoptado este nuevo título algunos años antes, en la traducción italiana del primer libro de la Bibliotheca selecta, publicada en Vicencia en 1598: Coltura de gl'ingegni, nella quale con molta dottrina, & giuditio si mostrano li doni che ne gl'Ingegni dell'huomo ha posto Iddio, la varietà, & inclinatione loro, e di dove nasce, & come si conosca, li modi, e mezi d'essercitarli per le discipline, li remedii a gl'impedimenti, li coleggi, & università, l'uso de' buoni Libri, e la correttione de' cattivi. Entre 1604 y 1610, la versión latina de este texto (Cultura ingeniorum: Examen ingeniorum Ioannis Huartis expenditur) fue objeto, por su parte, de no menos de siete ediciones.
5 Antonio Zara, Anatomia ingeniorum et scientiarum sectionibus quatuor comprehensa (Venecia: Ambrosio Dei y hermanos, 1615).
6 Charles Sorel, De la perfection de l'homme, où les vrays biens sont considerez, et specialement ceux de l'ame, avec les methodes des sciences (París: Robert de Nain, 1655) 325-341; Pierre Charron, De la Sagesse, livres trois (Burdeos: Simon Millanges, 1601).
7 Pierre Bayle, Dictionnaire historique et critique... 3e édition revue, corrigée et augmentée par l'auteur, t. 2 (Rotterdam: Michael Böhm, 1720) 1520-1521.
8 Johann Huarts Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften: Worinne er die Verschiedenen Fähigkeiten die in den Menschen liegen zeigt Einer jeden den Theil der Gelehrsamkeit bestimmt der für sie eigentlich gehöret Und endlich den Aeltern Anschläge ertheilt wie sie fähige und zu den Wissenschaften aufgelegte Söhne erhalten können, aus dem Spanischen übersetzt von Gotthold Ephraim Lessing (Zerbst: Samuel Gottfried Zimmermann, 1752). Ver Martin Franzbach, Lessings Huarte-Übersetzung (1752). Die Rezeption und Wirkungsgeschichte des "Examen de Ingenios pas las Ciencias" (1575) in Deutschland (Hamburgo: Cram, De Gruyter & Co, 1965). Traducción Española: La traducción de Huarte por Lessing (1752). Recepción e historia de la influencia del "Examen de Ingenios para las Ciencias" (1575) en Alemania (Pamplona: Diputación Foral de Navarra, 1978).
9 Además del citado estudio de Martin Franzbach sobre Alemania, ver, respecto de Italia, Felice Gambin, "Sobre la recepción y la difusión del Examen de Ingenios para las ciencias de Huarte de San Juan en Italia", Filosofía y literatura en el mundo hispánico. Actas del IX Seminario de Historia de la Filosofía Española e iberoamericana, eds. Antonio Heredia Soriano y Roberto Albares Albares (Salamanca: Universidad de Salamanca, 1997) 409-425; Felice Gambin, "Il gesuita e il medico: le annotazioni alla traduzione italiana dell'Examen de ingenios para las ciencias di Juan Huarte de San Juan", Malattia e scrittura. Saperi medici, malattie e cure nelle letterature iberiche, ed. Silvia Monti (Verona: Cierre Grafica, 2012) 147-183; Guillermo Serés, "Possevino entre Huarte y Gracián: el cultivo del ingenio y la imaginación creativa", La traduzione della letteratura italiana in Spagna (1300-1939), ed. María de las Nieves Muñiz Muñiz (Florencia: Franco Cesati, 2007) 429-442. Ver también, para Francia, Gabriel-André Pérouse, L'examen des esprits du Docteur Juan Huarte de San Juan, sa diffusion et son influence en France aux XVIe et XVIIe siècles (París: Les Belles lettres, 1970); Gabriel-André Pérouse, "Montaigne et le Dr Huarte: Avec un mot sur Pierre Charron", Bulletin de la Société des Amis de Montaigne 8 (1999): 11-22.
10 La influencia de Huarte en la ficción literaria del Siglo de Oro ha sido, de larga data, un motivo recurrente, en especial en los estudios cervantinos. Ver, entre muchos otros, el ya más que centenario ensayo de Rafael Salillas, Un gran inspirador de Cervantes: el doctor Huarte de San Juan y su Examen de ingenios (Madrid: Eduardo Arias, 1905), o los de Mauricio Iriarte publicados en los años treinta: "El ingenioso hidalgo y el Examen de ingenios. Qué debe Cervantes al Dr. Huarte de San Juan", Acción Española 7.41-42 (1933): 445-458, 535-547, y "El Examen de ingenios y el ingenioso hidalgo", El Doctor Huarte de San Juan y su Examen de ingenios: contribución a la historia de la psicología diferencial [1938] (Madrid: csic, 1948) 311-332. Ver así mismo Otis H. Green, "El ingenioso hidalgo", Hispanic Review 25 (1957): 175-193; Otis H. Green, "El Licenciado Vidriera: Its Relation to the Viaje del Parnaso and the Examen de Ingenios of Huarte", Linguistic and Literary Studies in Honor of Helmut A. Hatzfeld, ed. Alessandro S. Crisafulli (Washington: Catholic University of America, 1964) 213-220, y, más recientemente, David Felipe Arranz Lago, "Sobre la influencia del Examen de Ingenios en Cervantes: un tema revisitado", Castilla: Estudios de literatura 21 (1996): 19-38, y Christine Orobitg, "Del Examen de ingenios de Huarte a la ficción cervantina, o cómo se forja una revolución literaria", Criticón 120-121 (2014): 23-39.
11 Esa vena historiográfica se manifiesta fundamentalmente, en efecto, en trabajos que hacen caudal de una presunta anticipación de Huarte a su tiempo en el terreno de la psicología o, incluso, de las neurociencias. A efectos ilustrativos, bastará con citar un puñado de títulos, empezando por el estudio ya mencionado de Mauricio Iriarte (1938), que se ha convertido en una referencia clásica y que se presenta como una "contribución a la historia de la psicología diferencial". Dentro de la producción más reciente, ver, por ejemplo, Malcolm K. Read, Juan Huarte de San Juan (Boston: Twayne, 1981), para quien Huarte habría sido un precursor del behaviorismo (127); Emilio García García, "Huarte de San Juan. Un adelantado a la teoría modular de la mente", Revista de Historia de la Psicología 24.1 (2003): 9-25; Antonio Martín-Araguz y Cristina Bustamante-Martínez, "Examen de ingenios, de Juan Huarte de San Juan, y los albores de la Neurobiología de la inteligencia en el Renacimiento español", Revista de Neurología 38.12 (2004): 1176-1185. Luis García Vega y José Moya, Juan Huarte de San Juan patrón de la psicología española (Madrid: Ediciones Académicas, 1991).
12 Esteban Torre, Ideas lingüísticas y literarias del Doctor Huarte de San Juan (Sevilla: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1977); José Mondéjar, "El pensamiento lingüístico del Dr. Juan Huarte de San Juan", Revista de Filología Española 64.1-2 (1984): 71-128; Francisco Javier Perea Siller, "Los límites de la arbitrariedad lingüística en Vives, Huarte de San Juan y el Brocense", Estudios lingüísticos y literarios. In memoriam Profesor Eugenio Coseriu (1921-2002), eds. María Luisa Calero Vaquera y Fernando Rivera Cárdenas (Córdoba: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2004) 327-345; Luis Rey Altuna, "El pensamiento filosófico de Huarte de San Juan", Príncipe de Viana 6 (1945): 133-147; José Luis Orella, "El pensamiento filosófico y médico de Huarte de San Juan", Sancho el sabio: Revista de cultura e investigación vasca 6 (1996): 49-67; Miquel Beltrán, "Huarte de San Juan y Spinoza: consideraciones sobre el vulgo y la filosofía natural", Pensamiento: Revista de investigación e información filosófica 53 (1997): 53-64; François Azouvi, "Médecine et philosophie chez Huarte de San Juan", Revue de Métaphysique et de Morale 31.3 (2001): 399-405; Felice Gambin, "Menosprecio de la literatura y alabanza de filosofía. Huarte de San Juan y la imaginación vigilada", Actas del V Congreso Internacional de la Asociación Internacional Siglo de Oro (aiso), Münster 1999, ed. Christoph Strosetzki (Madrid-Fráncfort: Iberoamericana / Vervuert, 2001) 604-613; Tomás Albaladejo, "La retórica en el Examen de ingenios para las ciencias de Huarte de San Juan: elocuencia, verdad y el perfecto orador", Castilla: Estudios de literatura 21 (1996): 7-17. Sobre la literatura, remito también a las referencias dadas supra, nota 10.
13 Ver al respecto Elvira Arquiola, "Biología y política en el Examen de Ingenios de Huarte San Juan", Asclepio 36 (1984): 85-121; Elvira Arquiola, "Salud y enfermedad mental en la España moderna. Análisis de estos conceptos en el Examen de Ingenios de Huarte de San Juan", Historia y medicina en España, ed. Luis Sánchez Granjel (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1994) 91-103; Josep Lluís Barona, "El organicismo de Juan Huarte de San Juan", Sobre medicina y filosofía natural en el Renacimiento (Valencia: Seminari d'estudis sobre la ciencia, 1993) 149-166; Eustaquio Sánchez Salor, "La doctrina galénica de los humores y los tipos de ingenios de Huarte de San Juan", Excerpta philologica 10-12 (2000-2002): 405-422. Señalemos por añadidura, si bien no se encuadra estricta y completamente dentro de la historia de la medicina, el importante e innovador artículo de José Pardo Tomás, "Ancora su Michel de Montaigne e Huarte de San Juan. Ricezione dei lettori e comunità interpretative tra gli 'Essais' e l''Examen de ingenios para las sciencias'", Michel de Montaigne e il termalismo, eds. Anna Bettoni, Massimo Rinaldi y Maurizio Rippa Bonati (Florencia: Olschki, 2010) 95-119.
14 Sobre los aspectos biográficos acerca de Juan Huarte, por lo demás escasos y en buena medida conjeturales, me baso, en lo que sigue, además del ya citado Mauricio Iriarte, en Jon Arrizabalaga, "Filosofía natural, psicología de las profesiones y selección de estudiantes universitarios en la Castilla de Felipe II: la obra y el perfil intelectual de Juan Huarte de San Juan (ca. 1529 - ca. 1588)", Huarte de San Juan 1 (1989): 29-58, y en la más reciente investigación de Javier Virués-Ortega, Gualberto Buela-Casal, María Teresa Carrasco-Lazareno, Pamela D. Rivero-Dávila y Raúl Quevedo-Blasco, "A systematic archival inquiry on Juan Huarte de San Juan (1529-88)", History of the Human Sciences 24.5 (2011): 21-47.
15 Huarte, Examen de ingenios 5r-v.
16 Huarte, Examen de ingenios 1v.
17 Huarte, Examen de ingenios 2r.
18 Sobre este punto, ver José Luis Peset, "Las críticas a la Universidad de Juan Huarte de San Juan", Las Universidades Hispánicas: de la monarquía de los Austrias al centralismo liberal, t. I, ed. Luis E. Rodríguez-San Pedro Bezares (Salamanca: Universidad de Salamanca, 2000) 387-395.
19 Rafael Mandressi, "Dire la nature: La médecine et les frontières du surnaturel (XVIe-XVIIe siècles)", Corpus. Revue de philosophie 54 (2008): 141-182.
20 Ver Valentin Groebner, "Complexio/Complexion: Categorizing Individual Natures, 1250-1600", The Moral Authority of Nature, eds. Lorraine Daston y Fernando Vidal (Chicago & Londres: The University of Chicago Press, 2003) 361-383; Rafael Mandressi, "La Chaleur des hommes: virilité et pensée médicale en Europe", Histoire de la virilité, tome 1: L'invention de la virilité. De l'Antiquité aux Lumières, ed. Georges Vigarello (París: Editions du Seuil, 2011) 231-254; Sánchez Salor.
21 La explicación está dada en el capítulo tercero, "donde se declara, que parte del cuerpo ha de estar bien templada, para que el muchacho tenga habilidad". Huarte, Examen de ingenios 32r.
22 No es posible aquí dar cuenta de la historia de esta teoría de las facultades, compleja y sofisticada en sus elaboraciones más finas, desde el De natura hominis de Nemesio de Emesa (siglo IV) hasta Avicena y Alberto Magno († 1280). Baste decir que forma parte de la filosofía natural tal como se la enseña en las universidades de la Europa medieval y que, aún discutida y resignificada, permanece en vigor en el campo cultural europeo a lo largo de toda la Edad Moderna.
23 Antropología debe entenderse aquí, naturalmente, como la doctrina de homine que a lo largo del siglo XVI procesa sus perfiles y su delimitación como campo del saber en los espacios de interpenetración de la medicina, la filosofía natural y la teología, particularmente en el área germánica protestante, donde termina imponiéndose, hacia 1590, el propio término antropología. De ahí que el empleo de la palabra en relación a Huarte no conlleve, estipulado ese marco, anacronismo alguno. Ver al respecto Simone De Angelis, Anthropologien. Genese und Konfiguration einer «Wissenschaft vom Menschen» in der Frühen Neuzeit (Berlín: De Gruyter, 2010); Rafael Mandressi, "Médecine et discours sur l'hommedans la première modernité", Revue de Synthèse 134.4 (2013): 511-536. Sobre el naturalismo de Huarte, ver, entre otros, Carlos G. Noreña, "Juan Huarte's Naturalistic Humanism", Journal of the History of Philosophy 10 (1972): 71-76; Barona; y Azouvi.
24 Huarte, Examen de ingenios 42v.
25 Huarte, Examen de ingenios 98v.
26 Para resolver la dificultad, en la edición subprinceps de 1594 se niega que el entendimiento posea instrumento, es decir, que se trate de una potencia orgánica, y se introduce la distinción entre dos clases de entendimiento.
27 Huarte, Examen de ingenios 112r.
28 Huarte, Examen de ingenios 113r-v.
29 Unos son "necios, y otros sabios, unos valientes, y otros cobardes, unos crueles, y otros misericordiosos, unos cerrados de pecho, y otros abiertos, unos mentirosos, y otros verdaderos, unos traydores, y otros leales, unos inquietos, y otros sossegados, unos doblados, y otros senzillos, unos escassos, y otros liberales, unos vergonçosos, y otros desvergonçados, unos incredulos, y otros faciles de persuadir". Ello no solamente se constata en regiones apartadas: "si consideramos las provincias que rodean a toda España, podremos repartir las virtudes y los vicios [...] entre los moradores de ellas, dando a cada qual su vicio, y virtud"; de hecho, "aun en lugares que no distan mas que una pequeña legua no se puede creer la differencia que hay de ingenios entre los moradores". Huarte, Examen de ingenios 30v-31v.
30 Huarte, Examen de ingenios 198r-v.
31 Huarte, Examen de ingenios 191r-v.
32 Huarte, Examen de ingenios 196v-198r.
33 Huarte, Examen de ingenios 198v-200r.
34 Huarte, Examen de ingenios 200v-201r.
35 La cólera refiere aquí a la bilis, uno de los cuatro humores fundamentales que, junto con la sangre, la flema o pituita y la bilis negra (atrabilis o melancolía) forman, mezclándose entre sí, tanto las partes líquidas del cuerpo como sus partes sólidas. De acuerdo con la doctrina humoral hipocrático-galénica, los fenómenos vitales dependen de la acción de estos humores; la predominancia de alguno de ellos determina un temperamento, y cuando esa predominancia se transforma en exceso aparece la enfermedad. Cada uno de los humores está asociado a uno de los cuatro elementos primordiales (al agua corresponde la flema, al fuego la bilis amarilla, a la tierra la bilis negra y al aire la sangre), y se ordenan, por otra parte, según pares antagónicos de propiedades: caliente-frío, dulce-amargo o acerbo-insípido (la bilis, en particular, es un humor caliente).
36 Huarte, Examen de ingenios 201v-203r.
37 Huarte, Examen de ingenios 204r-v.
38 Huarte, Examen de ingenios 206r.
39 Huarte, Examen de ingenios 207r-208r.
40 Huarte no hace mención alguna a la menstruación anal que una abundante literatura médica y teológica, en la Edad Moderna, atribuía a los hombres judíos. Ver al respecto Max S. Hering Torres, "Saberes médicos - saberes teológicos: de mujeres y hombres anómalos", Cuerpos anómalos, ed. Max S. Hering Torres (Bogotá: Editorial de la Universidad Nacional, 2008) 119-124.
41 Los "espíritus vitales", de acuerdo con una doctrina atribuida a Erasístrato de Cos (siglo III a.C.) y transmitida por los escritos galénicos, se forman en el corazón a partir de los "espíritus naturales" provenientes del hígado mezclados con el aire proveniente de los pulmones; transportados por la sangre arterial, esos "espíritus vitales", se transforman a su vez en "espíritus animales" al pasar a la cavidad encefálica a través de una red de vasos sanguíneos (el plexo reticulado o rete mirabile) situada en la base del cerebro. Los "espíritus animales", como fue dicho, son el vehículo de las funciones cerebrales.
42 Huarte, Examen de ingenios 208r-209r.
43 Huarte, Examen de ingenios 209v-210r.
44 Huarte, Examen de ingenios 211r-v.
45 Huarte, Examen de ingenios 214v-215r.
46 Huarte, Examen de ingenios 215v.
47 Huarte, Examen de ingenios 200v-201r.
48 Huarte no deja de mencionar, empero, sobre la base de las mismas consideraciones médico-filosóficas, la "astucia, solercia y malicia" de los judíos, cuyo instrumento, como se vio, es la "cólera requemada" que la servidumbre, la tristeza y la aflicción llevan a engendrar en gran cantidad (ver folio 202r). Esta alusión de Huarte, aunque hecha de paso, introduce no obstante una nota de ambigüedad en una demostración destinada en lo esencial a poner en evidencia rasgos positivos.
49 Sobre el "accidente" de la negritud, ver Max S. Hering Torres, "La limpieza de sangre. Problemas de interpretación: acercamientos históricos y metodológicos", Historia Crítica 45 (2011): 42-45.
50 Ver Álvaro Huerga, Los alumbrados de Baeza (Jaén: Instituto de Estudios Giennenses, 1978), y María Dolores Rincón González, "Criterios de selección en la Universidad de Baeza: Huarte de San Juan y los planteamientos avilistas", Elucidario 1 (2006): 135-146.

OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias

Documentos impresos y manuscritos

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Huarte de San Juan, Juan. Examen de ingenios para las sciencias... Agora nuevamente enmendado por el mismo Autor, y añadidas muchas cosas curiosas, y provechosas. Baeza: Juan Bautista de Montoya, 1594.

Huarte de San Juan, Juan. Johann Huarts Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften: Worinne er die Verschiedenen Fähigkeiten die in den Menschen liegen zeigt Einer jeden den Theil der Gelehrsamkeit bestimmt der für sie eigentlich gehöret Und endlich den Aeltern Anschläge ertheilt wie sie fähige und zu den Wissenschaften aufgelegte Söhne erhalten können, aus dem Spanischen übersetzt von Gotthold Ephraim Lessing. Zerbst: Samuel Gottfried Zimmermann, 1752.

Possevino, Antonio. Bibliotheca selecta de ratione studiorum, ad disciplinas, & ad Salutem omnium gentium procurandam. Recognita novissime ab eodem, et aucta, & in duos Tomos distributa. Venecia: Altobello Salicato, 1603.

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Referencias

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II. Fuentes secundarias

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Cómo citar

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Mandressi, Rafael. 2016. «Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)». Anuario Colombiano De Historia Social Y De La Cultura 43 (2):59-87. https://doi.org/10.15446/achsc.v43n2.59070.

ACM

[1]
Mandressi, R. 2016. Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 43, 2 (jul. 2016), 59–87. DOI:https://doi.org/10.15446/achsc.v43n2.59070.

ACS

(1)
Mandressi, R. Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575). Anu. colomb. histo. soc. cult. 2016, 43, 59-87.

APA

Mandressi, R. (2016). Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 43(2), 59–87. https://doi.org/10.15446/achsc.v43n2.59070

ABNT

MANDRESSI, R. Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, [S. l.], v. 43, n. 2, p. 59–87, 2016. DOI: 10.15446/achsc.v43n2.59070. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/59070. Acesso em: 19 abr. 2024.

Harvard

Mandressi, R. (2016) «Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 43(2), pp. 59–87. doi: 10.15446/achsc.v43n2.59070.

IEEE

[1]
R. Mandressi, «Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)», Anu. colomb. histo. soc. cult., vol. 43, n.º 2, pp. 59–87, jul. 2016.

MLA

Mandressi, R. «Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 43, n.º 2, julio de 2016, pp. 59-87, doi:10.15446/achsc.v43n2.59070.

Turabian

Mandressi, Rafael. «Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575)». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 43, no. 2 (julio 1, 2016): 59–87. Accedido abril 19, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/59070.

Vancouver

1.
Mandressi R. Los mejores médicos de la Tierra. El “pueblo de Israel” en el Examen de ingenios de Juan Huarte (1575). Anu. colomb. histo. soc. cult. [Internet]. 1 de julio de 2016 [citado 19 de abril de 2024];43(2):59-87. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/59070

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